sábado, 21 de mayo de 2022

La noche en la que tomé un café con Ken Tamplin


Pasó en 2010. Haberme sentado con Ken Tamplin a charlar y tomar un café en la ciudad de Buenos Aires fue algo así como uno de los acontecimientos sociales más importantes de mi vida.

Que un monstruo de la música esté en Buenos Aires, ya es inusual. Que ese monstruo esté en los contactos personales de mi Facebook, aún es más inusual. Que ese mismo monstruo que está en Buenos Aires y tengo en mi Facebook conteste mi mensaje confirmándome su visita y me da su número de celular, ya es totalmente descabellado. Ante este panorama, pensé: “ya que estamos, le pido juntarnos a tomar un café”. No sé cómo describir mi reacción cuando el bueno de Ken accedió a la charla de café en pleno barrio de Recoleta.

Estaba con mi gran amigo Gabriel Stopper charlando en la esquina acordada, esperando al ex líder de Magdallan, cuando suena mi celular. Mensaje de texto de Ken Tamplin a 10 minutos de la hora señalada para la cita. Entre mí, pensé: “Listo, nos clavó”. Pero grande fue mi sorpresa cuando el mensaje decía que venía un poco retrasado, que lo esperáramos. Pensé: “Qué loco. Acostumbrado a retrasos varios con artistas de poca monta, y este tipo se disculpa de antemano con un SMS porque vendrá retrasado”.

Suponiendo que tardaría media hora, o tal vez una hora, nos relajamos y continuamos charlando de bueyes perdidos con Gabriel. Pasaron no más de 5 minutos de la hora de la cita y vemos que de un taxi desciende apurado como quien escapa de la ley, un tipo alto, rubio, que rápidamente le paga al taxista y, casi con sus manos en forma de “pidiendo perdón”, nos ruega: “Sorry, sorry, it’s late!”.

Ken posando con un ejemplar de mi revista, La Batea Magazine

Yo no lo podía creer, solo se había retrasado 4 minutos, un tipo que venía de otro país, hablaba otro idioma, era un prócer de la música y se venía a encontrar con dos desconocidos para tomar un café…. Ya era demasiado. Supuse que esa noche no dormiría.

Tuvimos casi dos horas de charla, café de por medio, donde, paradójicamente, la música solo fue uno de los tantos temas. La relación con Dios, la sintonía con el cielo para hacer cada cosa, la vida devocional, la relación con los fans, fueron temas que nos dejaron la impresión de que, antes que un músico, estábamos en presencia de un simple Hombre de Dios. Así de simple y así con mayúsculas. Un simple sustantivo común que Ken transformó en un título honorífico.

Debo confesar que planificamos algunas cosas que finalmente no pudimos concretar, pero… ¡¡¡qué importa!!! Cambiaría eso por tener otras dos horas de charla de café con Tamplin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario