Hasta que al fin la prensa argentina empezó a darse cuenta de qué se trataba el kirchnerismo. Hace años que vengo posteando que se trata de una secta, pero parecía un loco suelto en las redes. Ahora, al parecer, no soy tan loco…
¡Ojo! No digo que los
periodistas de los grandes medios sigan mis escritos y hoy me estén dando la
razón, pero tuvieron que esperar que a uno de los voceros de la líder de la
secta se le escapara eso de que “la casa de Cristina es un santuario”, para
utilizar esa frase y empezar a visibilizar al kirchnerismo como una religión,
más que un partido político.
Por definición, una
secta es una “doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo que se
considera ortodoxo, cuyos seguidores o adeptos conforman una comunidad cerrada
en la que sus líderes ejercen un poder absoluto sobre ellos”. Cualquier
parecido con el kirchnerismo es pura coincidencia, claro.
Otras definiciones son
aún más elocuentes, ya que la define como un “conjunto de seguidores de una
doctrina que representa un sector desprendido de un conjunto más amplio, o que
se ha cortado o desgajado del mismo. La secta necesariamente implica división o
ruptura”.
Veamos. Si nos
detenemos en un puñado de características de una secta, podremos encontrar un
paralelismo asombroso con lo que es el kirchnerismo. A saber:
-La decisión del líder es la única que cuenta y no se la cuestiona. No hace falta ser demasiado perceptivo para darse cuenta que la palabra de CFK es sagrada, no se cuestiona, y si alguno osara hacerlo, es sepultado por sus propios compañeros de milicia. Fíjense, sino, al mismísimo Presidente, que hasta dos semanas antes de haberlo convocado para la fórmula, hizo más denuncias públicas de Cristina que la mismísima oposición. Nada es gratis, Alberto. Hoy, estamos frente a quien será tristemente célebre por haber perdido toda autoridad y ser pisoteado no sólo por su propia socia sino por sus súbditos, que lo han ridiculizado al máximo sin haber sufrido consecuencias. ¿Recuerdan lo de “mequetrefe”, “ocupa de la Casa Rosada” o “el que trajo al borracho, que se lo lleve”? Bueno, por mucho menos, si cualquier persona se pronunciara así en contra del primer mandatario, de mínima, se comería un lindo juicio.
-La postura mesiánica
de sus líderes, considerados como los únicos que pueden salvar una determinada
situación, es otra cosa que caracteriza a una secta. En el caso del
kirchnerismo, a pesar de la enorme crisis del país, generada, casualmente, por
quien dice ser la solución, no es vista por los adeptos de CFK quienes la
sostienen y, a pesar de estar a las claras las pruebas de su delirio y
corrupción, la justifican, la endiosan, no conciben un error en ella y no
generan un mínimo margen para la autocrítica o el cuestionamiento.
-Las sectas instalan
un discurso demonizador del mundo, a la vez que instan a sus adeptos a
depositar su confianza ilimitada en su líder. No es ajeno el discurso contra
esos demonios: el capitalismo, la derecha, el imperialismo, el campo, las
empresas, la gente de CABA, etc. Por supuesto, mientras ellos viven forrados en
dólares, tienen empresas, tienen propiedades y miles de hectáreas, veranean en
los países que dicen odiar porque representan “el imperialismo”, y además…
¡¡¡viven en CABA!!!
Hay otra serie de
criterios que caracterizan a las sectas, y que tienen un notable parecido con
el andar kirchnerista, pergeñado por su líder. Asusta un poco, pero
desgranémoslo:
-Ruptura inducida con
el entorno o ambiente de origen. La secta produce un aislamiento de la persona
de sus afectos y de su familia. Importa más quedar bien con sus líderes
sectarios que con los padres, hermanos, cónyuges o amigos. ¿Cuántas familias se
han destruido porque alguno de sus integrantes se encegueció queriendo imponer
su fanatismo? Conozco varias, no me la contaron. Y también lo viví en carne
propia. No deber haber nada más triste para una persona que recibir el
desprecio de un familiar o un ser querido solo porque no comulga políticamente
con quien ese familiar supone que es la “salvación del país”. Y sé de casos que
han llegado más lejos, a no hablarse, no dejar que sus hijos se junten con los
hijos del otro, etc.
-Reclutamiento de
niños. Hace no mucho tiempo, la señora terrorista de pañuelo blanco en la
cabeza había hecho cierta referencia al adoctrinamiento peronista desde jardín
de infantes o desde la escuela primaria. Vaya pensamiento nazi si los hay. Por
ahora, lo más parecido que se animaron a hacer es cuando integrantes de La
Cámpora van a los colegios a invadir con panfletos y a visibilizarse para
comenzar a ganar adeptos entre los adolescentes.
Triste es ver, por
otra parte, cuando los seguidores de la secta exponen a sus propios hijos posando
en fotos con banderas peronistas, imágenes de Cristina o con cualquier
parafernalia kirchnerista, para luego publicarlas en las redes sociales como si
fuese un acto heroico. En un tiempo donde se intenta preservar la integridad
del niño, en todos los aspectos, ver a padres que los exponen de este modo en
pos de un movimiento tan perverso como el kirchnerismo, da mucha pena y muestra
una alarmante carencia de valores.
-Disturbios del orden
público. Bueno, la instalación del nuevo “santuario” y el acampe frente a la
casa de Cristina es una muestra de que a sus seguidores no les interesa el
orden público y mucho menos, si por hacer lo que hacen perjudican a los demás o
infringen alguna ley. Frases como “si la tocan a Cristina qué kilombo se va a
armar”, o “tenemos que evitar que Cristina vaya presa” o “no podemos permitir
que se la juzgue”, muestran a las claras a una sociedad alienada, que es capaz
de ir en contra hasta de una decisión judicial, con tal de defender a su líder,
sin importar la catarata de pruebas que haya en su contra. Ellos, jamás las van
a ver. La ceguera es total.
-Desvío de los
circuitos económicos tradicionales. Hablar de esto es más de lo mismo. La
práctica favorita del kirchnerismo es hacer pasar dinero por lugares no tan
comunes, para llegar a una fosa común. La causa “vialidad” y la de los bolsos,
y la de los cuadernos, y vaya uno a saber cuántas más que no conocemos,
atestiguan esta práctica tan frecuente.
-Tentativa de
enfrentamiento en los poderes públicos. No hay que ejercitar demasiado la
memoria para ir a los discursos de CFK en contra del Poder Judicial –siempre que
no sea afín a ella, claro-. La desestabilización del orden democrático es
moneda corriente en la secta kirchnerista, para la que todo, aún los poderes
del Estado, tiene que ser funcional a ella.
Me preguntaban por qué
considero una secta al kirchnerismo. Está bastante claro. Amo a mi país, amo a
la Argentina, y me duele profundamente la manera en que esta gente siniestra la
está devastando. Me duele más, la gente ingenua que los sigue, que los vota,
elección tras elección. Ven cómo destruyen todo lo que tocan, y aun así los
siguen eligiendo. Un síndrome de Estocolmo argentinizado. Están masacrando el
futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos. Rompieron todo, pero todo tiene
arreglo. Lo que no tiene arreglo es cuando rompen la esperanza de que se puede
salir adelante. Y creo que están a un paso de eso.
Por eso, si después de
leer esto, que es una pequeñez, seguís con el cantito de “si la tocan a
Cristina…”, estás en serio peligro de estar atrapado en la telaraña de una
peligrosa logia delictiva, de la cual no se puede salir “así nomás”. O sos
ingenuo, o terminás siendo cómplice de esta barbarie. Espero que no sea tarde…






















