miércoles, 10 de agosto de 2022

Por favor, háganle un bien a la patria, váyanse y no vuelvan nunca más

Las caras del mal


Sí, ya saben de quiénes estoy hablando. No hay un hilo conductor en este escrito. Solo fui escribiendo cosas que se me venían a la mente. Pensamientos sueltos de la devastación que la miserable clase política argentina está haciendo con nuestro querido país. Y nosotros, mientras tanto… anestesiados.

 

Inflación: la culpa es del otro. Siempre.

Ucrania, país invadido y casi devastado por una guerra desigual, tiene la mitad de la inflación que la de nuestro país. Pero para el Presidente, una de las causas es, precisamente, esa guerra. O sea, los efectos de la guerra, al parecer, nos pegan más a nosotros que al propio país invadido.
Por otra parte -y aquí veo una gran contradicción, o una gran mentira en la alocución anterior- se le quiere cobrar impuesto a la renta inesperada a las empresas que se beneficiaron por los efectos colaterales del conflicto bélico de Europa. Entonces, ¿cómo es? ¿Nos beneficiamos, pero a la vez nos perjudicamos con una guerra ajena?

Este gobierno nefasto ya no puede más con sus mentiras. Todos sus funcionarios, de punta a punta, son unos infames. Cada día nos hunden más, parece que hasta se esforzaran por hacernos quedar en ridículo ante el mundo. Es, por lejos, el peor gobierno desde que volvió la democracia.

 

Rehenes de un gobierno dividido y la fábrica de humo

Para colmo, este es un gobierno que se autoboicotea constantemente. Mientras el país está en llamas, la vicepresidente, que maneja todos los piolines, se convirtió en la principal opositora del que actúa de Presidente, al cual le vació el gabinete y le quitó todo el poder que tenía, si es que alguna vez lo tuvo. Una vez tras otra, Cristina se encargó de dejarlo en ridículo a Alberto, un hombre que tenía todo para unir a los argentinos, acabar con la grieta y salir a flote. Pero entre sus impericias y los constantes atentados de su jefa, dilapidó la poca credibilidad que tenía al asumir al “¿poder?”

Para colmo, y hablando de imagen y palabra devaluada, Sergio Massa, acaso el mayor vendehumo de la política argentina, el mismo que dijo que barrería a todos los ñoquis de la Cámpora y que metería presa a Cristina y hoy es su principal socio político, aparece en escena como el “salvador”.  O el “super ministro”, como a él la gusta que lo llamen, aunque luego diga que no públicamente (es archisabido que él mismo llama a los canales de noticias para pedir que se lo mencione así en los graphs). Entonces, estamos llenos de hipócritas, mentirosos, falsos, panqueques, gente cuyo deporte es robar, mentir y reírse de sus votantes. Un datito extra: Massa ya empezó a hacer uso de su poder, al vetar a una periodista que quiso emitir en el canal de sus empresaurios amigos –los de Massa- un video en el que fue sorprendido con un escrache. Así empezamos… y ningún periodista se solidarizó. Es alarmante el silencio atroz del periodismo luego de esta demostración de poder ejercido en un medio de comunicación supuestamente independiente.

 

¿La pagarán algún día?

Volviendo a los políticos nuestros de cada día, algún día tendrán que pagar por todo el daño que le están haciendo al país. Si tuvieron un poquitito de amor por la patria, al ver que la gente los detesta tanto, tendrían que tener un poco de dignidad y renunciar, irse de la vida política, dedicarse a otra cosa, emprender algo propio con toda la que se robaron del Estado, pero, claro, son inútiles que no tiene iniciativa propia, que siempre vivieron del Estado porque no son capaces de producir nada, es decir, son improductivos, parásitos.

Por favor, váyanse. Aprovechen que la justicia es bastante deficitaria y no los va a meter presos nunca porque aún queda mucha impunidad. Pero, por amor a la Patria, y aunque sea, por misericordia a sus habitantes: váyanse. No vuelvan nunca más a la política. Tengan un poquito de grandeza y renuncien. Pero no para aparecer en 3 o 4 años como salvadores. No vuelvan más.

En octubre de 2023, no perdamos la memoria. Votemos, de una buena vez, con madurez. Pensemos en el bienestar de la patria, y no en eternizar a esta secta diabólica en el poder.

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