martes, 30 de agosto de 2022

Religión K



Hasta que al fin la prensa argentina empezó a darse cuenta de qué se trataba el kirchnerismo. Hace años que vengo posteando que se trata de una secta, pero parecía un loco suelto en las redes. Ahora, al parecer, no soy tan loco…

 

¡Ojo! No digo que los periodistas de los grandes medios sigan mis escritos y hoy me estén dando la razón, pero tuvieron que esperar que a uno de los voceros de la líder de la secta se le escapara eso de que “la casa de Cristina es un santuario”, para utilizar esa frase y empezar a visibilizar al kirchnerismo como una religión, más que un partido político.

 

Por definición, una secta es una “doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo que se considera ortodoxo, cuyos seguidores o adeptos conforman una comunidad cerrada en la que sus líderes ejercen un poder absoluto sobre ellos”. Cualquier parecido con el kirchnerismo es pura coincidencia, claro.

 

Otras definiciones son aún más elocuentes, ya que la define como un “conjunto de seguidores de una doctrina que representa un sector desprendido de un conjunto más amplio, o que se ha cortado o desgajado del mismo. La secta necesariamente implica división o ruptura”.

 

Veamos. Si nos detenemos en un puñado de características de una secta, podremos encontrar un paralelismo asombroso con lo que es el kirchnerismo. A saber:



-La decisión del líder es la única que cuenta y no se la cuestiona. No hace falta ser demasiado perceptivo para darse cuenta que la palabra de CFK es sagrada, no se cuestiona, y si alguno osara hacerlo, es sepultado por sus propios compañeros de milicia. Fíjense, sino, al mismísimo Presidente, que hasta dos semanas antes de haberlo convocado para la fórmula, hizo más denuncias públicas de Cristina que la mismísima oposición. Nada es gratis, Alberto. Hoy, estamos frente a quien será tristemente célebre por haber perdido toda autoridad y ser pisoteado no sólo por su propia socia sino por sus súbditos, que lo han ridiculizado al máximo sin haber sufrido consecuencias. ¿Recuerdan lo de “mequetrefe”, “ocupa de la Casa Rosada” o “el que trajo al borracho, que se lo lleve”? Bueno, por mucho menos, si cualquier persona se pronunciara así en contra del primer mandatario, de mínima, se comería un lindo juicio.

 

-La postura mesiánica de sus líderes, considerados como los únicos que pueden salvar una determinada situación, es otra cosa que caracteriza a una secta. En el caso del kirchnerismo, a pesar de la enorme crisis del país, generada, casualmente, por quien dice ser la solución, no es vista por los adeptos de CFK quienes la sostienen y, a pesar de estar a las claras las pruebas de su delirio y corrupción, la justifican, la endiosan, no conciben un error en ella y no generan un mínimo margen para la autocrítica o el cuestionamiento.

 

-Las sectas instalan un discurso demonizador del mundo, a la vez que instan a sus adeptos a depositar su confianza ilimitada en su líder. No es ajeno el discurso contra esos demonios: el capitalismo, la derecha, el imperialismo, el campo, las empresas, la gente de CABA, etc. Por supuesto, mientras ellos viven forrados en dólares, tienen empresas, tienen propiedades y miles de hectáreas, veranean en los países que dicen odiar porque representan “el imperialismo”, y además… ¡¡¡viven en CABA!!!

 


Hay otra serie de criterios que caracterizan a las sectas, y que tienen un notable parecido con el andar kirchnerista, pergeñado por su líder. Asusta un poco, pero desgranémoslo:

 

-Ruptura inducida con el entorno o ambiente de origen. La secta produce un aislamiento de la persona de sus afectos y de su familia. Importa más quedar bien con sus líderes sectarios que con los padres, hermanos, cónyuges o amigos. ¿Cuántas familias se han destruido porque alguno de sus integrantes se encegueció queriendo imponer su fanatismo? Conozco varias, no me la contaron. Y también lo viví en carne propia. No deber haber nada más triste para una persona que recibir el desprecio de un familiar o un ser querido solo porque no comulga políticamente con quien ese familiar supone que es la “salvación del país”. Y sé de casos que han llegado más lejos, a no hablarse, no dejar que sus hijos se junten con los hijos del otro, etc.

 

-Reclutamiento de niños. Hace no mucho tiempo, la señora terrorista de pañuelo blanco en la cabeza había hecho cierta referencia al adoctrinamiento peronista desde jardín de infantes o desde la escuela primaria. Vaya pensamiento nazi si los hay. Por ahora, lo más parecido que se animaron a hacer es cuando integrantes de La Cámpora van a los colegios a invadir con panfletos y a visibilizarse para comenzar a ganar adeptos entre los adolescentes. 

 

Triste es ver, por otra parte, cuando los seguidores de la secta exponen a sus propios hijos posando en fotos con banderas peronistas, imágenes de Cristina o con cualquier parafernalia kirchnerista, para luego publicarlas en las redes sociales como si fuese un acto heroico. En un tiempo donde se intenta preservar la integridad del niño, en todos los aspectos, ver a padres que los exponen de este modo en pos de un movimiento tan perverso como el kirchnerismo, da mucha pena y muestra una alarmante carencia de valores.

 


-Disturbios del orden público. Bueno, la instalación del nuevo “santuario” y el acampe frente a la casa de Cristina es una muestra de que a sus seguidores no les interesa el orden público y mucho menos, si por hacer lo que hacen perjudican a los demás o infringen alguna ley. Frases como “si la tocan a Cristina qué kilombo se va a armar”, o “tenemos que evitar que Cristina vaya presa” o “no podemos permitir que se la juzgue”, muestran a las claras a una sociedad alienada, que es capaz de ir en contra hasta de una decisión judicial, con tal de defender a su líder, sin importar la catarata de pruebas que haya en su contra. Ellos, jamás las van a ver. La ceguera es total.

 

-Desvío de los circuitos económicos tradicionales. Hablar de esto es más de lo mismo. La práctica favorita del kirchnerismo es hacer pasar dinero por lugares no tan comunes, para llegar a una fosa común. La causa “vialidad” y la de los bolsos, y la de los cuadernos, y vaya uno a saber cuántas más que no conocemos, atestiguan esta práctica tan frecuente.

 

-Tentativa de enfrentamiento en los poderes públicos. No hay que ejercitar demasiado la memoria para ir a los discursos de CFK en contra del Poder Judicial –siempre que no sea afín a ella, claro-. La desestabilización del orden democrático es moneda corriente en la secta kirchnerista, para la que todo, aún los poderes del Estado, tiene que ser funcional a ella.

 


Me preguntaban por qué considero una secta al kirchnerismo. Está bastante claro. Amo a mi país, amo a la Argentina, y me duele profundamente la manera en que esta gente siniestra la está devastando. Me duele más, la gente ingenua que los sigue, que los vota, elección tras elección. Ven cómo destruyen todo lo que tocan, y aun así los siguen eligiendo. Un síndrome de Estocolmo argentinizado. Están masacrando el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos. Rompieron todo, pero todo tiene arreglo. Lo que no tiene arreglo es cuando rompen la esperanza de que se puede salir adelante. Y creo que están a un paso de eso.

 

Por eso, si después de leer esto, que es una pequeñez, seguís con el cantito de “si la tocan a Cristina…”, estás en serio peligro de estar atrapado en la telaraña de una peligrosa logia delictiva, de la cual no se puede salir “así nomás”. O sos ingenuo, o terminás siendo cómplice de esta barbarie. Espero que no sea tarde…

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