miércoles, 27 de septiembre de 2023

Paul Stanley y el reino del revés



“Hay una GRAN diferencia entre enseñar a aceptar y normalizar e incluso fomentar la participación en un estilo de vida que confunde a los niños pequeños para que se cuestionen su identificación sexual como si fuera una especie de juego y luego los padres, en algunos casos, lo permiten. Hay individuos que, como adultos, pueden decidir que la reasignación es su opción necesaria, pero convertir esto en un juego o que los padres lo normalicen como una especie de alternativa natural o creer que porque a un niño pequeño le gusta jugar a vestirse con la ropa de su hermana o a una niña con la de su hermano, debemos llevarles pasos más allá por un camino que está muy lejos de la inocencia de lo que están haciendo. Con muchos niños que no tienen un sentido real de la sexualidad o de las experiencias sexuales atrapados en la ‘diversión’ de usar pronombres y decir con qué se identifican, algunos adultos confunden erróneamente enseñar a aceptar con normalizar y fomentar una situación que ha sido una lucha para los verdaderos afectados y lo han convertido en una triste y peligrosa moda” (Paul Stanley en Twitter, 30 de abril de 2023).


Hace algunos meses, el cantante y guitarrista de la afamada banda KISS estuvo en la palestra por unas declaraciones que hizo. Nada de otro mundo, nada escandaloso y, de hecho, fueron palabras llenas de sentido común. Stanley hizo referencia a que no se debería confundir a los niños inculcándoles desde tan pequeños que, si lo desean, "pueden autopercibirse como personas del sexo opuesto". Pero, al célebre cantante no le alcanzaron los pergaminos para repeler la andanada de descalificaciones que sufrió en las redes sociales. 


Vivimos tiempos raros, donde decir las cosas como son, molesta. Donde es más aceptable vivir en el mundo de fantasía de quienes ponen la autopercepción por sobre la irrefutable veracidad de la biología y la ciencia. Hay como una dictadura del progresismo, en la que nos vemos obligados a respetar locuras en nombre de la tolerancia, pero cuando intentamos sostener un discurso basado en ciertas tradiciones como la familia, la moral o la fe, inexorablemente somos tildados de retrógrados, en el mejor de los casos. Ni hablar cuando se cruzan las líneas y aparecen términos como fachos, opresores o antiderechos.


El mundo del espectáculo y el de los medios de comunicación son, en algún punto, funcionales a esta marejada de desatinos de quienes quieren ver arder el mundo con sus perversiones. Seres humanos que se autoperciben animales y exigen ser tratados como tales; adultos que se autoperciben niños y no hay que cuestionarlos si quieren "jugar al doctor" con una nena en edad de preescolar; hombres que se autoperciben mujeres e invaden su territorio, como el deporte femenino, donde claramente ganan cualquier competencia por escándalo y hoy, es un problema complicado de resolver porque ya abrieron la puerta a la posibilidad de que un hombre (que morirá siendo hombre por más hormonas que se ponga) pulverice en un día todos los récords que las mujeres fueron construyendo a lo largo de 100 años. 


¿Estamos seguros de que ese es el mundo en el que queremos vivir? ¿Somos conscientes del grado de delirio al que nos expone un grupo de trasnochados que, de alguna manera, se las ingenió para que los medios de comunicación sean serviles a sus depravaciones? 


Yendo al famoso posteo de Paul Stanley, apoyado, de alguna forma, por Dee Snyder (integrante de Twisted Sister, otra banda de la época), es notable como el hecho de que dos rockeros, en su madurez han sabido reflexionar seriamente al respecto de toda esta locura, sean víctimas de la cultura de la cancelación y vistos como "transfóbicos". ¡Por Dios! ¡Dejen de inventar palabras y darles un significado cuando no lo tienen! Ya por definición, la palabra "fobia" es el temor por algo inexistente. Entonces, un supuesto "transfóbico", es alguien que le teme a algo que, realmente, no existe. Es tan básico el pensamiento de estas hordas que ni siquiera comprenden los términos que ellas mismas quieren instalar e imponer a personas con sentido común.


Volviendo al enunciado del cantante de KISS, ¿acaso dijo algo que no fuera cierto cuando se refirió a la confusión que crea en los niños esta loca idea de hacerles creer que a los 3 o 4 años pueden autopercibirse lo que ellos quieran, cuando es sabido que es la edad crucial en la que desarrollan su identidad? Entonces, en lugar de acompañarlos, guiarlos y enseñarles que la naturaleza los hizo nenes o nenas, prefieren apabullar su inocencia llevando a muchos de ellos a mutilarse a temprana edad solo por dejarse llevar por esta irracionalidad. 


Está todo tan dado vuelta que, para manejar, abrir una cuenta bancaria o votar, hay que esperar a los 16 o 17 años porque se supone que aún no se tiene la madurez para hacer estas cosas a más temprana edad. Pero con 4 años, sí, es posible que pidan un cambio de sexo, con 12 años sí, es posible que un varón que se autopercibe mujer compita con niñas de su edad, o con 15 años sí, es posible ir a abortar sin consentimiento de sus padres. 


¿Ese mundo quieren? Yo no. Y afortunadamente somos muchos los que tenemos bastante de aquellos valores con los que fuimos criados, respetando los designios de la naturaleza, protegiendo la integridad de los más vulnerables y, en algunos casos, guiándonos por una fe que, por alocada que parezca, se apoya en la coherencia, en el respeto por el otro y en el sentido común. Sin avasallar a nadie con una ideología que no quieran compartir y sin imponer una fe al que no la pretenda o quiera creer en cualquier otra cosa. 


viernes, 30 de diciembre de 2022

Los desafíos que 2023 nos propone para lograr la Argentina que queremos


Todavía dura la efervescencia por el logro obtenido en Qatar. La Copa que se nos venía negando desde 1986, por fin es realidad y por tercera vez, la Argentina, se adueñó del trofeo, al menos hasta el próximo Mundial. Pero, ¿aprendimos algo de este triunfo o solo será un somnífero más que nos impedirá ver la realidad por los próximos cuatro años?


Esta Argentina tan golpeada, donde el dinero no alcanza para cubrir las necesidades básicas de una familia, donde no se puede salir a la calle sin pensar en que tal vez no se regrese y donde los esfuerzos de quienes producen, caen en saco roto al ver que se van siempre hacia el mismo lado, se contrapone a esa otra Argentina, representada por un puñado de atletas que, al menos en su área, dieron una demostración de trabajo, unidad, búsqueda del bien común, esfuerzo, carácter para sobreponerse a las adversidades… Cualquier profesional en el campo de la psicología podría escribir libros inspirados en lo que la Scaloneta hizo durante esos 30 días en el lejano oriente.


El provecho político que se saca de los triunfos deportivos no es nuevo. Basta con remitirse a las épocas de Mussolini o Hitler, para saber que un trofeo o una medalla dorada en los pechos de los representantes deportivos de un país, sirven para fortalecer cualquier régimen totalitario. Porque el deporte es importante en la vida de cualquier país. Puede ponerlo momentáneamente en el mapa, pero el fenómeno mayor sucede en las masas, porque el deporte une y a la vez, adormece. Y en esa unión generada por un triunfo, donde uno se abraza con otro sin conocerlo siquiera, también se crea esa confusión en la que ese con quien me abrazo es el que me está haciendo daño desde el poder. Pero, bueno, ganamos, estamos todos contentos, tuvimos la dosis de morfina cuando los jugadores levantaron la Copa del Mundo, así que, a aguantar el efecto para luego seguir sufriendo.

El párrafo anterior es patético y tuve muchas dudas al escribirlo porque no quería caer en el golpe bajo. Lo sé. Pero no deja de ser real. Vivimos en un país cuyos gobernantes, antes de jugada la Copa del Mundo, ya se habían expresado en cuanto al interés supremo de que Argentina la gane. ¿Acaso no hay problemas más graves que arreglar en el país como para poner la mira en un torneo de fútbol? Es que, se sabe, un triunfo que no se daba desde hace casi cuatro décadas sería un golpe de efecto magnífico de cara al inicio de un año electoral. No por nada desde el Gobierno estaba el desmedido deseo de que los jugadores vayan a la Casa Rosada para “robar” la foto, y ante la negativa, quedaron librados a la buena de Dios en medio de un caos de 5 millones de personas en la calle. No seamos “bobos” (permiso, Messi). El pan y circo actual solo cambió de formato. Antes eran los gladiadores en el Coliseo, hoy son 22 tipos tras una pelota. Antes era un pan, hoy es un plan.

Dicho esto, ¿cómo nos coloca este triunfo frente a la realidad a la que volvimos? Aunque tal vez la pregunta correcta sería si ya volvimos a la realidad o seguimos adormecidos por una victoria futbolera que ya lleva dos semanas, pero de la que seguimos hablando en las redes sociales y en la tele. Todas esas cosas con las que nos llenamos la boca para hablar de la Selección, relacionadas con el esfuerzo, el trabajo, la superación, la meritocracia, etc, ¿serán solo lindas palabras o lo que nos motive e inspire a lograr una Argentina mejor? Tanto desde el día a día que propongamos como ciudadanos como a la hora de votar por gobiernos que realmente persigan estos ideales. 


En lo que a nosotros respecta, construir desde nuestros hogares inculcando a nuestros hijos la cultura del trabajo y del esfuerzo, el valor del estudio, el respeto por las autoridades, la importancia de la higiene, el cuidado por la salud, la fidelidad, la honestidad… sería innumerable la cantidad de valores. Ahora bien, desde nuestra intención de tener gobernantes que estén a la altura de este requerimiento, ¿elegiremos a quien haga prevalecer la cultura del trabajo por sobre la dádiva sin esfuerzo? ¿Optaremos por aquellos que, al menos hoy desde el discurso, propongan reducir el gasto público y generar condiciones para que el trabajador independiente pueda hacer su tarea sin que lo coman los impuestos de antemano? ¿Nos animaremos a votar políticos que aún no están enviciados, por sobre los que ya conocemos y padecemos, que visitan más los tribunales que sus propias casas? ¿O vamos a seguir anestesiados con la frase “mejor malo conocido que bueno por conocer”?

Creo que es hora de hacer de esta epopeya de la Scaloneta un manual en el que se plasme la idea de hogar y de país que queremos. Que los halagos que le propinamos a Scaloni y a los jugadores, no se queden solo ahí. Si los halagamos, es porque estamos reconociendo que algo bien hicieron. Entonces, ¡hagámoslo nosotros también! Ese es el desafío planteado para 2023: un país en serio, que empiece en casa y que se traslade a las urnas. No es tarde para dar el golpe de timón que necesitamos para salir de esta tormenta. Aún hay tiempo. No hagamos que se convierta en la tormenta perfecta.


jueves, 29 de diciembre de 2022

El progresismo, el conservadurismo y la absurda guerra contra los dibujos animados

Hubo un par de episodios, no tan recientes, en esta instalada lucha entre el progresismo recalcitrante que a toda costa quiere imponer lo suyo, y el conservadurismo al que, si bien le tengo simpatía en muchas cosas, hay formas en las que no se diferencia en nada a la cultura que quiere combatir. Así que, vengo meditando y salió este escrito que me hará poner en contra a ambos sectores ideológicos. Como dicen algunos en las redes sociales: “vengan de a uno”.

 

 

Sostener una determinada postura respecto de algunas ideologías que se intentan imponer en la sociedad, no significa que se esté de acuerdo con las metodologías implementadas para “combatir” ese avasallamiento que existe por parte de los sectores que pretenden que el mundo funcione como ellos quieren o sino, serás tildado de intolerante.

Es sabido que los medios de comunicación son una influencia para los seres humanos. Estar expuestos ante la pantalla hace que nos formemos opinión sobre determinados asuntos de la vida cotidiana. Y hay quienes dicen que la gente puede alterar su conducta de acuerdo a la influencia de aquellos programas de televisión, películas o videojuegos que consume diariamente.

Recuerdo un episodio de la famosa serie “La Ley y el Orden”, donde un criminal había quedado absuelto luego que su abogado argumentara que su conducta había sido alterada por haber estado expuesto por años a películas y videojuegos violentos. Absurdo, ¿no? Sin embargo, el extremismo progre y conservador son capaces de declararle la guerra a un dibujo animado porque, según razonan, éstos pueden inducir  a los niños a tener comportamientos que van en contra de sus estándares.

A saber, dos ejemplos que ponen en tela de juicio el accionar de ambos sectores que, según su ideología, validan esta suerte de boicot contra algunas expresiones artísticas que se oponen a sus escalas de valores.

Pepe Le Pew, el acosador serial

Hace un tiempo, el feminismo radical se puso en pie de guerra contra un clásico dibujo animado con el que la mayoría de los adultos hemos crecido, mirando sus caricaturas en televisores en blanco y negro luego de regresar del colegio. Se trata de Pepe Le Pew, un zorrino bastante fastidioso que a toda costa quería robarle un beso a una gata a quien permanentemente confundía con una zorrina. ¿Cuál era el argumento en la búsqueda de censurar al fracasado zorrino que jamás pudo lograr su cometido? Que el zorrino Pepe era un acosador y que es un mensaje que no se puede dar a los niños. Por lo tanto, todo el mundo fue llamado a ejercer la dictatorial medida de la “cancelación”, como se le dice eufemísticamente en estos tiempos al acto de censura.

En la otra vereda tenemos al sector conservador, que emplea armas similares y argumentos idénticos, esta vez, para condenar un beso gay en “Lightyear”, una de las últimas películas de Pixar. El llamado a la conciencia de los padres era “prohibir” a sus hijos ir al cine a ver esta película porque se le está dando un mensaje donde se ve con normalidad el tema del homosexualismo.

Por un lado, la censura que quiere imponer el sector progre a un zorrino acosador, y por el otro, el boicot del sector conservador para que sus hijos no vean una película que hace apología de la homosexualidad a través de una escena que dura 5 segundos. Ambas medidas con un grado de intolerancia extraordinario y un insulto a la inteligencia de los padres, quienes supuestamente debieran actuar por el dictamen de quienes representan, de alguna manera, su pensamiento.

Me surgen varios interrogantes, cuyas respuestas podría tenerlas o podría consultarlas a algún profesional, pero los dejo aquí para que todos reflexionemos. Por otra parte, la pregunta pone en el paredón a los defensores de ambos sectores en pugna, los cuales evidentemente miden con distinta vara, dependiendo si la caricatura en cuestión representa o se opone a sus ideologías. Veamos:

"LightYear" y el famoso beso lésbico

¿Qué tipo de educación, contención y diálogo damos a nuestros hijos si tenemos miedo que miren una serie o una película porque “se van a convertir en acosadores” o “se van a hacer gays”?

¿Realmente creemos que un niño se convertirá en acosador por haber visto a Pepe Le Pew? ¿O se hará homosexual por haber visto un beso entre dos personas del mismo sexo en “Ligthyear”?

Que les ocultemos a nuestros hijos ciertas realidades como la homosexualidad o el acoso, ¿ayudará a que no caigan el día de mañana, de no mediar una educación con valores?

¿Nunca pensamos que la “prohibición” de algo, no produce más que curiosidad y ganas de cruzar esa línea que nos marcaron nuestros referentes con sus advertencias? ¿O que insta a la rebelión y de repente, transgredir esa prohibición me termina convirtiendo en un revolucionario?

Pienso y medito mucho respecto a estas cosas porque tengo dos hijos adolescentes, en plena etapa de desarrollos, cambios, procesos, autoconocimientos, crisis, etc. Y cuando me encuentro con este bombardeo en el que desde una red social me dicen lo que tengo que hacer con ellos, me hace ruido, porque siento alguna semejanza con aquello que tanto critico del sector progre, que hace lo mismo, pero contrariando mis valores éticos y morales. Entonces, así como me molesta que un progresista quiera censurarme porque mi fe le incomoda, también empiezo a sentir esa molestia cuando desde el conservadurismo me piden que no lleve a mi hijo al cine a ver tal o cual película, como si yo, como padre, no supiera qué es lo bueno para él.

Y esto no significa que uno se las sabe todas. Porque si como padres reconocemos nuestras falencias y precisamos ayuda, ¡no vamos a recurrir a Facebook! Claramente, acudiríamos a un profesional que nos oriente sobre qué camino seguir. Y lo haríamos voluntariamente, no porque desde una red social me lo impongan.

No prohibir a un hijo que vea una película con escenas que se oponen a nuestros valores, ¿equivale a incentivar a que la vea? Pienso, si eduqué a mis hijos con ciertos valores, ante el hecho de enfrentarse a un filme del que todo el mundo habla sin  haberlo visto, optaría por dos caminos: primero, la vería y le resultaría indiferente la escena del beso o, segundo, sabiendo que esa peli contiene mensajes contrarios a los valores con que fue educado, ni siquiera se interesaría en verla. Así de simple.

sábado, 17 de diciembre de 2022

Los haters del fútbol

Cuando el fútbol es solo un medio para obtener un rédito personal o corporativo, no se puede hablar de amor a este deporte. Hace varios años ya, que el fútbol se convirtió en una mercancía de alto valor, que es funcional a todo. Y en esta Argentina devaluada, no es distinto al resto del mundo. Desde el hincha fanático enceguecido, pasando por el periodismo panqueque hasta llegar a la miserable clase política que es capaz de hacer uso de un eventual éxito futbolístico para aplacar un clima adverso, producto de las malas decisiones que dejaron a un país en ruinas.

 

Estamos en la víspera de tocar el cielo con las manos por tercera vez (futbolísticamente hablando, claro está). La posibilidad de que Messi y compañía regresen a la Argentina con la Copa no es descabellada. Argentina y Francia llegan casi cabeza a cabeza a la instancia final. Solo una luz de ventaja para los galos, si de números se trata: 13 goles convertidos contra 12 de Argentina, 5 triunfos y una derrota contra 4 triunfos, 1 empate y una derrota de Argentina, y por si fuera poco, sus dos figuras, Mbappé y Messi, con 5 goles, queriendo llevarse ambos el balón de oro (no olvidarse que pegaditos están Julián Alvarez y Giroud con 4 goles y pueden sorprender).

 

Hinchas… ¿de qué?

En estos tiempos donde todo pasa por las redes sociales, una de las cosas que más pude apreciar en el mundo futbolero, y en especial, lo relacionado con esta Copa del Mundo, es el odio al que hace las cosas bien y, por ende, logra sus metas. Está claro que uno tiene sus jugadores favoritos y se deja obnubilar por todo tipo de acrobacia que éstos hagan en el campo de juego, pero… ¿es razón para defenestrar, criticar mordazmente y hasta ensuciar el buen nombre de los otros futbolistas que, por alguna razón, no me resultan tan simpáticos? Este Mundial nos regaló la posibilidad de ver a las figuras más rutilantes del fútbol, empezando por Messi y Cristiano Ronaldo, a las claras, los dos jugadores más influyentes del mundo, pero también está Mbappé, Neymar, Levandowski, Modric, Suárez… solo faltaron Haaland y Zlatan para completar la constelación. Y pienso, ¿por qué no disfrutamos de este espectáculo en vez de destilar tanto odio hacia Messi, por ejemplo? ¿Qué hizo de malo Messi para que existan grupos de Facebook con cientos de miles de seguidores idólatras de CR7 –muchos de ellos, argentinos- que, más que ensalzar a su figura predilecta, ocupan tiempo y renglones en lanzar un dardo tras otro contra la figura de Lio? Obvio, la culpa no es de CR7 aquí, sino de esos haters del fútbol que, en vez de disfrutar lo que tanto Messi como Cristiano nos regalan en la cancha, se ocupan de denigrar al que, supuestamente, es su enemigo, con las peores bajezas que se pueda imaginar.


Prensa panqueque

A los haters del fútbol se le suma otra tribu, más dañina aún que la anterior, por su influencia y porque, supuestamente, son tipos serios, informados y objetivos: los periodistas deportivos, que, según cómo venga la mano, dan un discurso o cambian de opinión al día siguiente sin sonrojarse. Por supuesto que hay honrosas excepciones, y son esos periodistas deportivos que le hacen honor a la profesión. Varios de medios grandes y muchísimos de medios alternativos, que en la humildad de sus webs, radios y canales locales intentan llevar veracidad a sus oyentes y seguidores.

Cuando Scaloni asumió la dirección técnica de la Selección, pocos creían en él (me incluyo). Pero, habíamos probado tanto, tuvimos a los técnicos más encumbrados, y la realidad es que hace tres décadas que no ganábamos nada importante. Entonces, el tema era esperar, ver qué señales nos daba Lionel (Scaloni) en el ciclo que iniciaba como interino y que, a costa de triunfos y de ese re-enamoramiento del público con la Selección, se fue quedando y ya tiene garantizado su contrato hasta el Mundial 2026 (dicho sea de paso, la mejor acción que hizo Chiqui Tapia desde que ese presidente de la AFA).

Ahora bien, ¿qué decía el periodismo argentino de Scaloni apenas asumió, y cuando se jugaban los primeros partidos bajo su dirección? Hay un lindo compilado que está circulando en Youtube, con extractos de comentarios muy malintencionados de periodistas a los que les queda grande el puesto, aunque son de renombre y larga trayectoria. ¿De qué se van a disfrazar de ahora en más los que han vilipendiado al responsable de dirigir a la Selección? ¿Van a tener la grandeza de decirle a su público que se equivocaron en su apreciación? ¿O seguirán en su tesitura justificando las palabras de ese entonces, como suelen hacer siempre, para no quedar expuestos de que han pronunciado una tropelía?


Cuando un técnico no obtiene los resultados por su mala gestión, suele presentar su renuncia ante quien lo contrató. ¿Podrán hacer eso mismo los periodistas que han ocupado los carísimos minutos de aire en radio y televisión para destruir a Scaloni, solo porque no les gustaba, porque pensaban que al no tener experiencia no iba a servir, o porque, sencillamente, hacían lobby para que otros nombres estuvieran en el banquillo argentino? Y en esto también son responsables los medios que contratan a los representantes de este periodismo amarillo. Si palpan que hay un descontento social contra esta raza devaluada de periodistas de smartphones y redes sociales, ¿por qué no le piden la renuncia, al igual que hace un comerciante cuando su empleado no atiende bien a sus clientes? Solo se me ocurre pensar que los popes de estos grandes medios que están monopolizando las comunicaciones, son iguales. Y estos periodistas (y pseudoperiodistas y ex futbolistas devenidos en periodistas) son funcionales a estas corporaciones que poco saben de medios, aunque mucho de negocios.

 

El mérito es solo de la Scaloneta

Más allá de cualquier resultado que se dé mañana, está claro que Argentina va a festejar igual. Como en el ’90, como en 2014 (aunque ojalá el festejo sea como en el ’78 o el ’86). Por todo lo que significó este ciclo, con Copa América incluida, por esta especie de resurrección de Messi, que a sus 35 años está como el primer día y porque hoy, gracias a Scaloni, ya no tenemos a Messi y 10 más, sino a un equipo + Messi. Ganar la Copa será la frutilla del postre, pero mañana se festeja igual.


Entonces, no quisiera dejar de reflexionar sobre algo que, estoy segurísimo que se dará así: la utilización política y el rédito partidario que querrán sacar quienes aprovecharon este mes de adormecimiento mundialista para seguir llevándose al país por delante.

No quisiera regalarle tantas líneas a este gobierno acabado, que espera un triunfo argentino solo para seguir respirando, pero sí, creo, amerita la advertencia de que no debemos dejar que se siga insultando la inteligencia de la gente, pensando que un logro deportivo puede tapar la corrupción y la peor gestión de gobierno desde que se restauró la democracia en la Argentina. Debemos tener en claro que, ya sea el campeonato como el subcampeonato, será logro único y exclusivo de la Scaloneta. No de la gente, no del periodismo amarillo y mucho menos, del gobierno. Entonces, cuando se cumpla el ritual de la recepción de los jugadores, ojalá el Obelisco, lugar emblemático de los festejos deportivos de la Argentina, sea el centro de esa recepción, y no la Plaza de Mayo.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Bobos




El oportunismo político y mediático para sacar ventaja de todo lo que sucede en Qatar en torno al astro del fútbol mundial, ya es repugnante. Un Gobierno que se desespera porque la Selección traiga la Copa para que la gente siga anestesiada. Un grupo de medios de prensa que, con tal de ensuciar a un gobierno al que no le hace falta ayuda para eso, es capaz de desprestigiar a los mismos deportistas que, de levantar la Copa, estarán el lunes 19 en la portada de esos mismos matutinos cual dioses del Olimpo.

 

 

La reacción de Messi dio para todo. Desde un repentino merchandising que incluyó tazas y remeras que se ofrecían por Mercado Libre con la inscripción de la frase “Qué mirás, bobo” hasta los más ocurrentes memes y melodías, pasando por innumerables espacios en la prensa y minutos valiosos de radio y televisión que había que llenar con algo.

 

Nunca se vio tanto análisis de la Selección Argentina hecho por gente que, en su gran mayoría, es ajena al fútbol. Puntos de vista, deportivos, sociales, humanísticos y hasta políticos, se han vertido en las redes sociales tras cada paso que dio la Selección en este raro mundial de fútbol, y en especial, lo que acontecía alrededor de Lionel Messi. Veré qué sale de todo este enjambre porque se me mezclan un montón de cosas que me vienen a la mente. Trataré de ser ordenado.

 

Odiamos a Messi. Amamos a Messi

Está claro que esta versión 2022 de Messi solo se compara con el de hace algunos años (y algunos técnicos atrás) respecto a su calidad futbolística. Personalmente, soy de los que resistían a Messi en otros tiempos, cuando parecía que no le ponía a la Selección lo mismo que hacía abundar en el Barcelona. Hoy, con sus 35 años, lo estoy disfrutando como nunca antes y aunque no salga campeón con la Selección, lo seguiré bancando. Pero esto que digo es netamente desde una mirada futbolera. La cuestión es que hoy, se ve a antiguos detractores de Lio, endiosándolo por una suerte de exabrupto (vaya ofensa eso de “bobo”) como pretendiendo que por eso, Messi ya se convirtió en el nuevo Maradona, al que no le importaba las consecuencias de sus palabras ni los heridos que dejaba en el camino luego de cada desatino que cometía. Idiotez marca cañón la de los que antes decían que Messi era un pecho frío solo porque no se comportaba como Maradona. ¿De verdad creen que por una calentura en medio de un partido de alto voltaje van a transformar a Messi en un revolucionario? ¿Por qué no lo dejan ser Messi, lo disfrutan y ya?




 Párrafo aparte merecen los que se rasgan las vestiduras por las gastadas de los jugadores argentinos contra los holandeses, como si los naranjas fueran carmelitas descalzas. Si vamos a cuestionar, cuestionemos a todos o banquemos que las cosas del fútbol quedan en la cancha y se terminó el asunto.

 

La política y los medios miserables

Por supuesto, en un mundo tan politizado, no podía faltar esta mirada en torno al 10. Y los medios de comunicación que incomunican han hecho lo suyo.




Siempre tildé de antiperiodismo a uno de los diarios más despreciables que existen actualmente: Página/12 (obviamente, según mi punto de vista y no pretendo que estén todos de acuerdo). Pero creo que hoy puedo sumarle un par de matutinos más a la lista, porque tanto desde La Nación como desde Clarín, se han ocupado de embarrar la imagen de los jugadores de la Selección –particularmente la de Messi- de una manera que solo me deja una lectura: la miserable grieta política. Es sabido que al endeble gobierno que virtualmente está acabado cuando aún falta un año para las elecciones, mal no le vendría que Argentina salga campeón, por esto de la anestesia de la que tanto hago referencia en mis posteos. Al parecer, la secta gobernante cree que si la Selección gana la Copa, el festejo va a durar cuatro años y la gente “boba”, los va a votar solo porque obtuvimos una alegría futbolera. Un insulto a la inteligencia del votante, lo mismo que los medios que son capaces de ensuciar a un grupo de deportistas solo por eclipsar cualquier posibilidad de que un triunfo de Messi y compañía le sirva al Gobierno para sobrevivir en el año que le queda. Miserables. Unos y otros.

 

En el medio, la gente

Siempre, siempre, siempre, en el medio de toda discusión, lo que hay es gente. Y mientras unos pocos se benefician sacando tajada de la división de la sociedad, cualquiera sea la causa, el mayor porcentaje de habitantes de nuestro suelo seguirá viviendo, luego del 18 de diciembre, la misma realidad que nos golpea a todos los argentinos: la falta de trabajo, la pobreza, la indigencia, la inseguridad, la inflación, la corrupción, la injusticia… Que un eventual triunfo deportivo no sea el árbol que tapa el bosque. Ojalá no caigamos en las garras de quienes pretenden anestesiarnos con el moderno circo romano para no ver la realidad que vivimos. No seamos “bobos”.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Contracorriente: chicas, llegó la hora de defender la causa masculina



La periodista Claudia Peiró es mujer y además, se autopercibe mujer, algo que suena ridículo al escribirlo, pero que hoy empieza a verse como una aclaración necesaria a la hora de abordar temas espinosos como éste. 

Peiró reivindica la causa de los hombres, tan maltratados por este feminismo al que ella califica como “andrófobo”, es decir, el rechazo al hombre y todo lo relacionado con él por el simple hecho de ser… hombre.

Disfruten de este escrito publicado en el diario Infobae, en el que la periodista describe y desgrana algunas de las más desopilantes posturas del feminismo de tercera ola.


Por Claudia Peiró (*)


Esta columna nada contra la corriente. La superficial, la de mucha espuma y mucho ruido. Abajo, en lo profundo, somos legión las mujeres que no comulgamos con el feminismo andrófobo de hoy

Lo que sigue es una ampliación de mi última newsletter, Contracorriente, donde analizo la permanente deconstrucción de nuestra cultura. El feminismo de tercera ola es una herramienta de esa deconstrucción.


Es un feminismo andrófobo (“El violador eres tú”). Su principal hipótesis de conflicto es la guerra de sexos. El género es la medida de todo, el único criterio de análisis y de valoración, para exaltar o denostar cada cosa que sucede. El binarismo que niegan en la biología -no se nace mujer, el sexo es “asignado”- lo postulan en todo lo demás: la calidad de una actividad política, profesional, intelectual o social depende en primer lugar, cuando no exclusivamente, del cupo femenino. De la presencia o no de mujeres.


Lo implícito en esta premisa es que sólo las mujeres pueden representar a las mujeres. Es el apartheid sexual.


El dogma feminista atribuye todas las cualidades a la mujer y todos los defectos al varón. El hombre es el predador de la mujer. Y esta visión se proyecta al pasado. El feminismo sustituyó la lucha de clases por la lucha de sexos como clave interpretativa de la historia.


De paso, niega en bloque todo el aporte de los varones a la igualdad y a la emancipación femeninas. Un solo dato: en 1919, cuando todavía la mujer no votaba en ningún país, el papa Benedicto XV pidió el voto femenino. Un precursor.


Negando la historia y mintiendo sobre el presente, se acusa al varón de ser el obstáculo a los logros femeninos. Si todos los hombres fueran machistas, violadores o femicidas en potencia, jamás se hubiera aprobado el voto femenino o el cupo en los parlamentos que ellos dominaban.


En función de la Ley Micaela (27499, de enero de 2019), legisladores y funcionarios públicos deben asistir a los cursitos de género que dicta el Ministerio de la Persona Gestante. Quieren hacerlo obligatorio para todos porque el dogma lleva al autoritarismo y al adoctrinamiento. Digo cursitos por lo precarios. Allí se dice que el Patriarcado existe desde hace 6000 años. La autoridad la ejercía el varón. El “colectivo” femenino dominado y explotado se completaba con los gays, las lesbianas y los trans. Todo en un mismo paquete. Tengo una pregunta algo molesta para “ellas”: cuando los homosexuales eran discriminados, ¿sólo lo eran por los varones? ¿Las mujeres no discriminaban? Se llevarían muchas sorpresas…

Cleopatra, uno de los tantos símbolos del poder femenino a lo largo de la historia


Nunca en la historia ocuparon las mujeres posiciones de poder, dicen las capacitadoras de género. La mujer no existía en el pasado. Ya escribí sobre este mito de la invisibilización de la mujer en la historia, algo que, como toda falsa hipótesis lleva a inventar lo que no existe y a negar lo que efectivamente sucedió. ¿Qué hacemos por ejemplo con una Cleopatra, mucho más inteligente políticamente que su hermano varón, al que se enfrentó, aliándose con Julio César? Ya desde la Biblia queda registrado el protagonismo de las mujeres. ¿Cómo se explica el poder que tuvieron en la Edad Media mujeres como Leonor de Aquitania, Catalina de Medici, Isabel I de Inglaterra o la propia Isabel la Católica, cuya cabeza política privilegiada marcó la impronta de la civilización hispanoamericana?


Postular que, a lo largo de los siglos, el estatus de la mujer fue siempre el mismo es simplemente ignorancia.


A los partidos de izquierda, que hoy sólo juran por el feminismo y el género, habría que preguntarles si la acumulación primitiva de capital la hizo el género masculino explotando al femenino. A lo mejor eran las mujeres las que acarreaban las piedras para construir las pirámides y otros edificios monumentales, las que servían en los barcos y remaban en las galeras, las que bajaban al socavón para extraer los minerales y las que iban a la guerra.


El Patriarcado, según el Ministerio de la Mujer y etcéteras, tuvo además una “dimensión genocida”, es decir que los varones se dedicaron por 6 mil años a aniquilar a las mujeres. Cabe pensar que se distraían parcialmente de esta ocupación cuando estaban guerreando por ahí, dado que al frente y a la trinchera siempre iban ellos, los privilegiados.

El servicio militar obligatorio, otro de los "privilegios" del patriarcado que el feminismo nunca reclamó


En Argentina, durante casi un siglo, todos los varones estaban obligados a un año de servicio militar (dos, si les tocaba la Marina). No escuché jamás a las feministas de los 60 y 70 -será porque eran pocas- reclamar su derecho a hacer el servicio militar. Y no escucho a las de ahora reconocer esa realidad.


En las estadísticas que esgrimen para quejarse de estar poco representadas en ciertas profesiones y sectores de actividad -aunque hoy nada impide a la mujer estudiar y ejercer cualquier oficio- nunca hablan de la recolección de basura, por ejemplo. No hay duda de que hay ocupaciones con mayor presencia masculina y otras con mayor presencia femenina, pero eso responde a razones culturales y también biológicas. No toda diferencia es desigualdad.


En Francia, la diputada Sandrine Rousseau, ecofeminista, que tuvo su minuto de bochorno mundial cuando propuso “cambiar la mentalidad para que comer un bife a la parrilla no sea un símbolo de virilidad”, también quiere tipificar como delito la desigualdad en el reparto de tareas domésticas. O sea, el crimen de no lavar los platos.

Los trabajos domésticos que hace el hombre, tampoco son remunerados


Acá viene la lloradera por todo el trabajo no remunerado que hace la mujer en el hogar. Más allá de que las costumbres han cambiado mucho, de que es algo difícil de medir y de que la contrapartida de esto es que los varones trabajan (fuera del hogar) en promedio más horas que las mujeres, pregunto: cuando un hombre lava el auto, hace arreglos de plomería, electricidad o carpintería, pinta la casa, corta el pasto, ¿no es trabajo doméstico no remunerado?


Hablando de lloradera -el feminismo actual es plañidero-, la nueva polémica es por quién paga la cuenta. Las feministas pasaron de ofenderse por las atenciones de un varón (abrir la puerta, ceder el paso, no son manifestaciones de caballerosidad sino de paternalismo o subestimación) a decir que ellos les tienen que pagar el café porque ganan un 30 por ciento más...


Esa es la otra gran mentira de estos tiempos: la brecha salarial de género. Ríos de tinta bien pagada corren todos los días para sustentar esta mentira. No existe en la Argentina -y posiblemente en todo Occidente- ningún rubro de actividad en el que se le pague menos a una mujer por hacer el mismo trabajo que un varón. Es inconstitucional. El salario se rige por convenios colectivos en los que el sexo de la persona no tiene nada que ver. Sí existe otra brecha salarial: la que hace que un médico -y una médica- gane poco más de 100 mil pesos teniendo 10 años de experiencia en un hospital bonaerense, por poner un ejemplo. Ni hablar de la brecha salarial que separa a un maestro de un diputado. Pero de esa brecha mejor no hablar. Porque, señoras, la perspectiva de género es la coartada, la tapadera ideal de los políticos inútiles, que crean una dirección o secretaría o ministerio de la mujer, y luego siguen con sus mediocres gestiones.


El varón nace privilegiado, las tiene todas consigo, afirma la androfobia feminista. Ya sabemos que no lo afecta la pobreza. Tampoco la desocupación, la injusticia o la inseguridad.


Nacer mujer es una suerte de maldición, pero nacer varón es un pecado. Un delito. El varón es a priori culpable de cualquier cosa de la que lo acuse una mujer porque el “yo te creo, hermana” se ha vuelto dogma en muchos juzgados al punto de barrer con pilares de la institucionalidad y la seguridad jurídica como el principio de inocencia. Ellos son a priori culpables y ellas, inocentes. Muchos jueces, temerosos de las represalias del colectivo feminista, equiparan la denuncia de una mujer a una prueba.


Al varón se lo acusa de todo: desde el capitalismo hasta el calentamiento global. Los varones contaminan más, por esa enojosa costumbre de hacer asados.


La masculinidad es tóxica, ya lo sabemos. Hace poco, la American Psychological Association (APA) declaró a la “masculinidad tradicional” como “dañina”. Una peste. Y fíjense cuáles son las características de esa disease según la APA: el estoicismo, la competitividad, el dominio y la agresividad. Horrible. Pero además pregunto: ¿no hay mujeres estoicas? ¿No las hay competitivas, agresivas?


Eso sí, varones, algo les queda: la APA los anima a abrazar los aspectos positivos de la masculinidad tradicional: el liderazgo y el valor. Qué raro que consideren que estos valores son exclusivamente masculinos. Féminas, quéjense a la APA.

Existe una andanada de literatura feminista que solo alimenta la androfobia


Los franceses no se quedaron atrás, y convirtieron el último Día de la Mujer en un Día contra el Varón. France Inter, la radio pública, anunció el 8 de marzo de 2022 que la masculinidad es muy costosa y le dio difusión a un libro feminista cuyo título lo dice todo: “Costo de la virilidad: lo que Francia ahorraría si los hombres se comportasen como mujeres”... Sin comentarios.


La heterosexualidad también está en la mira del feminismo andrófobo. No es natural, dicen. “¿Cómo puede alguien seguir siendo heterosexual?”, era el título de una reciente columna de Maia Mazaurette, autora de la crónica sobre sexo del diario Le Monde.


No es joda. En España, Beatriz Gimeno, presidente del Instituto de la Mujer en los años 2020 y 2021, decía que el lesbianismo es la verdadera liberación femenina, y que “la heterosexualidad no es la manera natural de vivir la sexualidad”.


En el sexo, la penetración es denostada, casi un acto contranatura, el primer gesto patriarcal de dominación de la mujer por el hombre. Parece broma, pero a estos “estudios” se dedican horas cátedra, becas, subsidios, publicaciones…. El género es un lindo curro.


Hay un hartazgo del feminismo actual. Acá y en el mundo. Lo sé porque sigo las opiniones de muchas feministas históricas, las de los años 60-70, y por la reacción de muchas lectoras ante las notas en las que me he expresado en ese sentido o donde he recogido opiniones análogas de otras personas.


Muchas mujeres no nos reconocemos en una corriente que ha convertido al feminismo en un combate contra el sexo opuesto, acusado de todos los males y condenado sin juicio.


Cada vez somos más las mujeres que estamos cansadas de que en nuestro nombre se promuevan políticas, cargos, ministerios, secretarías, direcciones, centros de estudios, maestrías y hasta doctorados, para luchar contra cosas que no existen mientras la sociedad de la cual somos parte, y en la cual trabajamos, luchamos y creamos codo a codo con los varones, se degrada en todos los planos: laboral, educativo, de seguridad, de convivencia…

Bebe, la autora del hit "Malo", se despachó contra el feminismo actual y no ocultó su hartazgo al calificar a las feministas de hoy como "descerebradas"


Voy a cerrar esto con el mensaje de otra mujer, a quien nadie puede sospechar de no estar a favor de su género, pues es la autora de una tremenda canción (“Malo”), un hit, el himno por excelencia contra la violencia doméstica. En marzo de 2021, con motivo del Día de la Mujer, la cantante española Bebe impactó al mostrar su hartazgo del feminismo de hoy: “Feliz día a todas las mujeres que desde hace muchos años hicimos el camino para que un montón de descerebradas se lo encontraran todo hecho y pudieran salir a gritar que quieren volver solas y borrachas a casa”. Y siguió: “Feliz día a las mujeres que sabíamos que podíamos ser iguales sin odio, que estudiamos y trabajamos codo a codo con compañeros”


Para el final, otra frase de Bebe, que lo dice todo: “Se está sacando un poco de madre el significado real de lo que es feminismo, ahora parece que está mal nacer hombre”.

Sí, chicas, llegó la hora: defendamos la causa del varón.


(*) Claudia Peiró es periodista de Infobae.

Link del artículo aparecido en Infobae: https://www.infobae.com/opinion/2022/09/17/contracorriente-chicas-llego-la-hora-de-defender-la-causa-masculina/


viernes, 9 de septiembre de 2022

La viñeta del odio



En una nueva avanzada del Gobierno para adoctrinar a la población y decidir unilateralmente quién o quiénes son los responsables intelectuales del atentado a la vicepresidente, esta vez, se metieron con los niños.

 

Con un descaro muy propio del kirchnerismo cada vez que quiere imponer algo, desde el ministerio de educación de la Provincia de Buenos Aires se lanzó un “instructivo” para que los docentes abran debate en las aulas sobre el todavía confuso episodio acaecido en Recoleta.

 

Y recalco lo de “confuso”, porque aún la justicia no se expidió al respecto y la opinión pública está descreída de todo. Entonces, ¿cómo puede ser que quienes debieran estar ocupados por la educación de nuestros niños –y no por lo que sucede en la Justicia-, ya hayan decidido qué sectores son los culpables del supuesto atentado?

 

Tenemos un sistema educativo que se cae a pedazos. Niños que van a la escuela para comer y luego para estudiar. Alumnos que pierden valiosos días de clases porque dos por tres el Gobierno se las arregla para decretar algún feriado inútil, a costa de empobrecer un día más al país y embrutecer un día más al estudiantado. Falta de recursos económicos para que los edificios educativos sean un lugar digno para que los chicos habiten 5 horas por día. Docentes que tienen que sacar plata de sus bolsillos para comprar artículos que luego utilizan en clases. Feroz recorte en la educación mientras estábamos todos distraídos. Pero, eso sí, hay prioridad en ocuparse de redactar un manual de adoctrinamiento en el que los fanáticos del Gobierno ya decidieron quiénes son los culpables de que un desequilibrado saliera con un arma a querer provocar un magnicidio. Manual ilustrado por un humorista que hoy tiene cierta visibilidad solo porque es funcional a este gobierno, y que, penosamente, derrocha sus viñetas en una causa equivocada. En una causa que sigue engendrando odio.

Instructivo que le llegó a los docentes, con una ilustración poco disimulada y una serie de preguntas claramente direccionadas


 

La tergiversación de la palabra “odio” ya es intragable. No se puede decir “a” o cuestionar alguna de las irresponsabilidades y desatinos de este gobierno, sin que el mote de “odiador” sobrevuele por los aires. Pero ese mismo odio que dicen combatir, lo generan y se lo meten de prepo a los niños con preguntas retóricas que los llevan a relacionar la infame ilustración directamente con el incidente ocurrido en la puerta de la casa de CFK. ¿Cómo se lo llama a eso? Esa práctica nazi de adoctrinar niños en pos de una ideología política, debiera ser repudiada por los padres de los alumnos. ¿Dónde están esos padres?

 

¿Cuál es la necesidad de avasallar la mente de los niños con información para la cual aún no están preparados, porque lo que quieren en la escuela, primero, es un plato de comida o una taza de leche? El Gobierno y sus fanáticos viven en un mundo paralelo. De eso ya no quedan dudas. Y creo que la alienación de las mentes de las personas que siguen como robots a esta caterva de dirigentes, ya no tiene vuelta atrás. Ahora, lo preocupante es la pasividad de una oposición llena de inútiles que solo cuentan los días para que lleguen las próximas elecciones, las cuales seguro ganarán porque este gobierno ya está terminado, pero… ¿para qué las quieren ganar? ¿Para seguir con la misma tónica? ¿Para dilapidar otros cuatro años como hizo en el ciclo 2015-2019 y provocar que regresen como salvadores los mismos que le dejaron el país destruido cuatro años antes? ¿Para seguir negociando con el kirchnerismo con el típico pacto “no te molesto pero déjame gobernar”?

 

Por otro lado, es alarmante también la pasividad de la gente de a pie, la que trabaja, la que día a día sufre los atropellos de un gobierno que, ante su inutilidad para generar recursos y fuentes de trabajo, solo aumenta impuestos e inventa tasas nuevas porque no se les cae una idea y lo más fácil es seguir exprimiendo a los de siempre. Entendiendo que esos de siempre son la gente que no quiere generar conflictos, que no tiene tiempo de ir a cortar una ruta, sino que ante una nueva bofetada del Estado, busca la alternativa para salir por otro camino. Y así está la clase productiva, siempre ocupada en producir para que el Estado se lleve todo en impuestos, y no tiene tiempo de esgrimir una tibia protesta ante los diarios atropellos de un gobierno siniestro.

 

Pero un día, la paciencia se va a acabar. Todo tiene un límite y, como alguien dijo alguna vez, falta poco para la rebelión de los mansos…

 

PD: Es muy probable que por haber dicho esta última frase, sigan el manual y me tilden de “odiador” y “golpista”.

martes, 6 de septiembre de 2022

Peligroso intento del Gobierno para avasallar a la libertad de expresión



“Quien controla los medios de comunicación, controla las mentes” (Jim Morrison)


Sigue dando tela que cortar el confuso incidente de Recoleta el pasado jueves, que tuvo como centro del debate la seguridad de la vicepresidente de la Nación. Pasaron ya 5 días y son más dudas que certezas lo que genera esta escena. Porque más allá del hecho en sí mismo, que es grave por donde se lo mire, desnudó un montón de oscuras intenciones de un Gobierno desesperado por cercenar una de las libertades más valoradas del ser humano: la de expresarse.


En nombre del odio hoy se están escribiendo las cosas más inverosímiles en las redes sociales, en los medios de comunicación y, lo que es más grave, en la prensa institucional de un gobierno que no tiene timón. Primero, porque quien debiera tener el timón, no lo tiene, y la que lo tiene, está más preocupada por no hundirse ella que por no dejar hundir el barco.


Y en esta marejada, empezaron a producirse episodios que nos llevan a la actualidad de países con gobiernos totalitarios que han conseguido instalar leyes a las que denominaron “leyes de odio”, cuya única intención es arremeter contra la libertad de expresión de los medios de comunicación y de la gente de a pie, que se atrevieran, siquiera, a emitir alguna crítica al poder.


Esta permanente tergiversación del significado verdadero de la palabra odio, hace que el Gobierno, una vez más, ofrezca un mensaje peligroso a la población. Estos mensajes están impregnados de ese mismo odio que dicen combatir. Esta vez, por medio de la agencia oficial de noticias Telam, a través de un artículo en el que intervinieron con sus opiniones gente afín al régimen kirchnerista –jamás una voz opositora, por cierto-. Este artículo dejó varios pasajes e ilustraciones preocupantes, tanto como el silencio de la prensa y de la gente que parece seguir anestesiada como aquellos pobladores de la tierra gobernada por el Gran Hermano en la célebre novela “1984”, de George Orwell.

El escrache, una práctica muy común del nazismo
El escrache, una práctica muy común del nazismo


No es el primer intento del Gobierno por controlar los dichos de la prensa y de la gente. En octubre de 2020, en plena pandemia, desde la Defensoría del Público de Servicios Audiovisuales, se había creado NODIO, un observatorio en el cual “estudiaban” los discursos violentos de las redes sociales y los medios de comunicación. Nunca quedó claro qué iban a hacer con estos discursos luego de detectarlos.


Y, si es que no lo hemos olvidado ya, luego de los escándalos que protagonizó el Gobierno durante la cuarentena, muchas voces se pronunciaban para expresar su repudio al robo de las vacunas, al vacunatorio VIP, a la fiesta de Olivos, al encierro injustificado y desmedido, a las muertes por negligencia de un sistema perverso, etc. Y aunque no partió directamente desde el Gobierno, éste vio con beneplácito una de las acciones más deleznables que nos remite al estilo Goebbels, durante el nazismo: el escrache. Tal vez éramos muy chicos y no lo recordamos, pero el año pasado se había creado lo que llamaron “Reacción Conservadora”, un sitio web con una lista de diversas personalidades opositoras, con el fin de señalarlos como desestabilizadores de la democracia. ¿Cuál sería el supuesto delito de la gente que integraba esa lista negra? Criticar los desmanes del Estado y oponerse a lo que se denomina “Agenda 2030”, a la cual este Gobierno está abonado. En esa lista se encontraban muchos periodistas opositores, como así también políticos, artistas, profesionales y diversos actores sociales que se habían pronunciado en contra de las ideologías a las que adhiere el kirchnerismo. Lo más alarmante fue el vínculo que hacían entre esas personalidades y sus círculos personales. Algo así como la práctica llevada a cabo durante la última dictadura militar en la Argentina, en la que si el nombre de una persona figuraba en la agenda de algún sospechoso, por decantación también era secuestrado.

El "amor" de unos padres riéndose mientras ven a sus niños escupiendo fotos de personas que no son del agrado del kirchnerismo.


No hace falta recordar la infinidad de desatinos verbales por parte de funcionarios del Gobierno y sus más acérrimos fans, cuando proponían con total impunidad que se colgara en Plaza de Mayo a políticos opositores, o que se probaran las pistolas taser en las pequeñas hijas de funcionarios del gobierno anterior. O cuando promovían que menores escupieran las fotos de periodistas y políticos opositores en Plaza de Mayo, o el deseo de tomar un camión y jugar al bowling con manifestantes opositores… y podría seguir con una larga lista. No se notaba demasiado amor en estos dichos, ese amor del cual el kirchnerismo dice ser dueño, en contraposición al odio, que al parecer es exclusivo de quienes solo atinamos a criticar la corrupción de un Gobierno que solo trajo pobreza, hambre y división a nuestro país. 


La suposición de que el ejercicio del periodismo libre es equivalente a tomar un arma y disparar, solo deja a las claras la incapacidad del kirchnerismo de tener un gramo de autocrítica, disfrazando de odio cualquier opinión en contra de la paupérrima gestión que está realizando. Como así también, deja entrever el permanente insulto a la inteligencia de la gente, pensando que luego de leer o escuchar algún informe sobre la corrupción kirchnerista, todo el mundo saldrá en manada a matar a algún funcionario. Pensamiento propio de mentes tenebrosas que, probablemente (y subrayo lo de “probablemente”, porque no soy psicólogo) estén reflejando en otros lo que ellos son o lo que harían.


Volviendo a la analogía que hice al principio con la novela “1984”, de George Orwell, si la prensa argentina y la población en general no despiertan, estaremos a un paso de la instalación del Ministerio de la Verdad, aquél que se dedicaba a propagar las noticias en la gris Londres del futuro y a manipular la prensa de modo tal que todo lo publicado sea funcional al gobierno. Y si llegamos allí, no habrá vuelta atrás…


Link del artículo de Telam: https://www.telam.com.ar/notas/202209/603669-discursos-de-odio-reclamo-responsabilidad-politicos-medios.html


martes, 30 de agosto de 2022

Religión K



Hasta que al fin la prensa argentina empezó a darse cuenta de qué se trataba el kirchnerismo. Hace años que vengo posteando que se trata de una secta, pero parecía un loco suelto en las redes. Ahora, al parecer, no soy tan loco…

 

¡Ojo! No digo que los periodistas de los grandes medios sigan mis escritos y hoy me estén dando la razón, pero tuvieron que esperar que a uno de los voceros de la líder de la secta se le escapara eso de que “la casa de Cristina es un santuario”, para utilizar esa frase y empezar a visibilizar al kirchnerismo como una religión, más que un partido político.

 

Por definición, una secta es una “doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo que se considera ortodoxo, cuyos seguidores o adeptos conforman una comunidad cerrada en la que sus líderes ejercen un poder absoluto sobre ellos”. Cualquier parecido con el kirchnerismo es pura coincidencia, claro.

 

Otras definiciones son aún más elocuentes, ya que la define como un “conjunto de seguidores de una doctrina que representa un sector desprendido de un conjunto más amplio, o que se ha cortado o desgajado del mismo. La secta necesariamente implica división o ruptura”.

 

Veamos. Si nos detenemos en un puñado de características de una secta, podremos encontrar un paralelismo asombroso con lo que es el kirchnerismo. A saber:



-La decisión del líder es la única que cuenta y no se la cuestiona. No hace falta ser demasiado perceptivo para darse cuenta que la palabra de CFK es sagrada, no se cuestiona, y si alguno osara hacerlo, es sepultado por sus propios compañeros de milicia. Fíjense, sino, al mismísimo Presidente, que hasta dos semanas antes de haberlo convocado para la fórmula, hizo más denuncias públicas de Cristina que la mismísima oposición. Nada es gratis, Alberto. Hoy, estamos frente a quien será tristemente célebre por haber perdido toda autoridad y ser pisoteado no sólo por su propia socia sino por sus súbditos, que lo han ridiculizado al máximo sin haber sufrido consecuencias. ¿Recuerdan lo de “mequetrefe”, “ocupa de la Casa Rosada” o “el que trajo al borracho, que se lo lleve”? Bueno, por mucho menos, si cualquier persona se pronunciara así en contra del primer mandatario, de mínima, se comería un lindo juicio.

 

-La postura mesiánica de sus líderes, considerados como los únicos que pueden salvar una determinada situación, es otra cosa que caracteriza a una secta. En el caso del kirchnerismo, a pesar de la enorme crisis del país, generada, casualmente, por quien dice ser la solución, no es vista por los adeptos de CFK quienes la sostienen y, a pesar de estar a las claras las pruebas de su delirio y corrupción, la justifican, la endiosan, no conciben un error en ella y no generan un mínimo margen para la autocrítica o el cuestionamiento.

 

-Las sectas instalan un discurso demonizador del mundo, a la vez que instan a sus adeptos a depositar su confianza ilimitada en su líder. No es ajeno el discurso contra esos demonios: el capitalismo, la derecha, el imperialismo, el campo, las empresas, la gente de CABA, etc. Por supuesto, mientras ellos viven forrados en dólares, tienen empresas, tienen propiedades y miles de hectáreas, veranean en los países que dicen odiar porque representan “el imperialismo”, y además… ¡¡¡viven en CABA!!!

 


Hay otra serie de criterios que caracterizan a las sectas, y que tienen un notable parecido con el andar kirchnerista, pergeñado por su líder. Asusta un poco, pero desgranémoslo:

 

-Ruptura inducida con el entorno o ambiente de origen. La secta produce un aislamiento de la persona de sus afectos y de su familia. Importa más quedar bien con sus líderes sectarios que con los padres, hermanos, cónyuges o amigos. ¿Cuántas familias se han destruido porque alguno de sus integrantes se encegueció queriendo imponer su fanatismo? Conozco varias, no me la contaron. Y también lo viví en carne propia. No deber haber nada más triste para una persona que recibir el desprecio de un familiar o un ser querido solo porque no comulga políticamente con quien ese familiar supone que es la “salvación del país”. Y sé de casos que han llegado más lejos, a no hablarse, no dejar que sus hijos se junten con los hijos del otro, etc.

 

-Reclutamiento de niños. Hace no mucho tiempo, la señora terrorista de pañuelo blanco en la cabeza había hecho cierta referencia al adoctrinamiento peronista desde jardín de infantes o desde la escuela primaria. Vaya pensamiento nazi si los hay. Por ahora, lo más parecido que se animaron a hacer es cuando integrantes de La Cámpora van a los colegios a invadir con panfletos y a visibilizarse para comenzar a ganar adeptos entre los adolescentes. 

 

Triste es ver, por otra parte, cuando los seguidores de la secta exponen a sus propios hijos posando en fotos con banderas peronistas, imágenes de Cristina o con cualquier parafernalia kirchnerista, para luego publicarlas en las redes sociales como si fuese un acto heroico. En un tiempo donde se intenta preservar la integridad del niño, en todos los aspectos, ver a padres que los exponen de este modo en pos de un movimiento tan perverso como el kirchnerismo, da mucha pena y muestra una alarmante carencia de valores.

 


-Disturbios del orden público. Bueno, la instalación del nuevo “santuario” y el acampe frente a la casa de Cristina es una muestra de que a sus seguidores no les interesa el orden público y mucho menos, si por hacer lo que hacen perjudican a los demás o infringen alguna ley. Frases como “si la tocan a Cristina qué kilombo se va a armar”, o “tenemos que evitar que Cristina vaya presa” o “no podemos permitir que se la juzgue”, muestran a las claras a una sociedad alienada, que es capaz de ir en contra hasta de una decisión judicial, con tal de defender a su líder, sin importar la catarata de pruebas que haya en su contra. Ellos, jamás las van a ver. La ceguera es total.

 

-Desvío de los circuitos económicos tradicionales. Hablar de esto es más de lo mismo. La práctica favorita del kirchnerismo es hacer pasar dinero por lugares no tan comunes, para llegar a una fosa común. La causa “vialidad” y la de los bolsos, y la de los cuadernos, y vaya uno a saber cuántas más que no conocemos, atestiguan esta práctica tan frecuente.

 

-Tentativa de enfrentamiento en los poderes públicos. No hay que ejercitar demasiado la memoria para ir a los discursos de CFK en contra del Poder Judicial –siempre que no sea afín a ella, claro-. La desestabilización del orden democrático es moneda corriente en la secta kirchnerista, para la que todo, aún los poderes del Estado, tiene que ser funcional a ella.

 


Me preguntaban por qué considero una secta al kirchnerismo. Está bastante claro. Amo a mi país, amo a la Argentina, y me duele profundamente la manera en que esta gente siniestra la está devastando. Me duele más, la gente ingenua que los sigue, que los vota, elección tras elección. Ven cómo destruyen todo lo que tocan, y aun así los siguen eligiendo. Un síndrome de Estocolmo argentinizado. Están masacrando el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos. Rompieron todo, pero todo tiene arreglo. Lo que no tiene arreglo es cuando rompen la esperanza de que se puede salir adelante. Y creo que están a un paso de eso.

 

Por eso, si después de leer esto, que es una pequeñez, seguís con el cantito de “si la tocan a Cristina…”, estás en serio peligro de estar atrapado en la telaraña de una peligrosa logia delictiva, de la cual no se puede salir “así nomás”. O sos ingenuo, o terminás siendo cómplice de esta barbarie. Espero que no sea tarde…