sábado, 17 de diciembre de 2022

Los haters del fútbol

Cuando el fútbol es solo un medio para obtener un rédito personal o corporativo, no se puede hablar de amor a este deporte. Hace varios años ya, que el fútbol se convirtió en una mercancía de alto valor, que es funcional a todo. Y en esta Argentina devaluada, no es distinto al resto del mundo. Desde el hincha fanático enceguecido, pasando por el periodismo panqueque hasta llegar a la miserable clase política que es capaz de hacer uso de un eventual éxito futbolístico para aplacar un clima adverso, producto de las malas decisiones que dejaron a un país en ruinas.

 

Estamos en la víspera de tocar el cielo con las manos por tercera vez (futbolísticamente hablando, claro está). La posibilidad de que Messi y compañía regresen a la Argentina con la Copa no es descabellada. Argentina y Francia llegan casi cabeza a cabeza a la instancia final. Solo una luz de ventaja para los galos, si de números se trata: 13 goles convertidos contra 12 de Argentina, 5 triunfos y una derrota contra 4 triunfos, 1 empate y una derrota de Argentina, y por si fuera poco, sus dos figuras, Mbappé y Messi, con 5 goles, queriendo llevarse ambos el balón de oro (no olvidarse que pegaditos están Julián Alvarez y Giroud con 4 goles y pueden sorprender).

 

Hinchas… ¿de qué?

En estos tiempos donde todo pasa por las redes sociales, una de las cosas que más pude apreciar en el mundo futbolero, y en especial, lo relacionado con esta Copa del Mundo, es el odio al que hace las cosas bien y, por ende, logra sus metas. Está claro que uno tiene sus jugadores favoritos y se deja obnubilar por todo tipo de acrobacia que éstos hagan en el campo de juego, pero… ¿es razón para defenestrar, criticar mordazmente y hasta ensuciar el buen nombre de los otros futbolistas que, por alguna razón, no me resultan tan simpáticos? Este Mundial nos regaló la posibilidad de ver a las figuras más rutilantes del fútbol, empezando por Messi y Cristiano Ronaldo, a las claras, los dos jugadores más influyentes del mundo, pero también está Mbappé, Neymar, Levandowski, Modric, Suárez… solo faltaron Haaland y Zlatan para completar la constelación. Y pienso, ¿por qué no disfrutamos de este espectáculo en vez de destilar tanto odio hacia Messi, por ejemplo? ¿Qué hizo de malo Messi para que existan grupos de Facebook con cientos de miles de seguidores idólatras de CR7 –muchos de ellos, argentinos- que, más que ensalzar a su figura predilecta, ocupan tiempo y renglones en lanzar un dardo tras otro contra la figura de Lio? Obvio, la culpa no es de CR7 aquí, sino de esos haters del fútbol que, en vez de disfrutar lo que tanto Messi como Cristiano nos regalan en la cancha, se ocupan de denigrar al que, supuestamente, es su enemigo, con las peores bajezas que se pueda imaginar.


Prensa panqueque

A los haters del fútbol se le suma otra tribu, más dañina aún que la anterior, por su influencia y porque, supuestamente, son tipos serios, informados y objetivos: los periodistas deportivos, que, según cómo venga la mano, dan un discurso o cambian de opinión al día siguiente sin sonrojarse. Por supuesto que hay honrosas excepciones, y son esos periodistas deportivos que le hacen honor a la profesión. Varios de medios grandes y muchísimos de medios alternativos, que en la humildad de sus webs, radios y canales locales intentan llevar veracidad a sus oyentes y seguidores.

Cuando Scaloni asumió la dirección técnica de la Selección, pocos creían en él (me incluyo). Pero, habíamos probado tanto, tuvimos a los técnicos más encumbrados, y la realidad es que hace tres décadas que no ganábamos nada importante. Entonces, el tema era esperar, ver qué señales nos daba Lionel (Scaloni) en el ciclo que iniciaba como interino y que, a costa de triunfos y de ese re-enamoramiento del público con la Selección, se fue quedando y ya tiene garantizado su contrato hasta el Mundial 2026 (dicho sea de paso, la mejor acción que hizo Chiqui Tapia desde que ese presidente de la AFA).

Ahora bien, ¿qué decía el periodismo argentino de Scaloni apenas asumió, y cuando se jugaban los primeros partidos bajo su dirección? Hay un lindo compilado que está circulando en Youtube, con extractos de comentarios muy malintencionados de periodistas a los que les queda grande el puesto, aunque son de renombre y larga trayectoria. ¿De qué se van a disfrazar de ahora en más los que han vilipendiado al responsable de dirigir a la Selección? ¿Van a tener la grandeza de decirle a su público que se equivocaron en su apreciación? ¿O seguirán en su tesitura justificando las palabras de ese entonces, como suelen hacer siempre, para no quedar expuestos de que han pronunciado una tropelía?


Cuando un técnico no obtiene los resultados por su mala gestión, suele presentar su renuncia ante quien lo contrató. ¿Podrán hacer eso mismo los periodistas que han ocupado los carísimos minutos de aire en radio y televisión para destruir a Scaloni, solo porque no les gustaba, porque pensaban que al no tener experiencia no iba a servir, o porque, sencillamente, hacían lobby para que otros nombres estuvieran en el banquillo argentino? Y en esto también son responsables los medios que contratan a los representantes de este periodismo amarillo. Si palpan que hay un descontento social contra esta raza devaluada de periodistas de smartphones y redes sociales, ¿por qué no le piden la renuncia, al igual que hace un comerciante cuando su empleado no atiende bien a sus clientes? Solo se me ocurre pensar que los popes de estos grandes medios que están monopolizando las comunicaciones, son iguales. Y estos periodistas (y pseudoperiodistas y ex futbolistas devenidos en periodistas) son funcionales a estas corporaciones que poco saben de medios, aunque mucho de negocios.

 

El mérito es solo de la Scaloneta

Más allá de cualquier resultado que se dé mañana, está claro que Argentina va a festejar igual. Como en el ’90, como en 2014 (aunque ojalá el festejo sea como en el ’78 o el ’86). Por todo lo que significó este ciclo, con Copa América incluida, por esta especie de resurrección de Messi, que a sus 35 años está como el primer día y porque hoy, gracias a Scaloni, ya no tenemos a Messi y 10 más, sino a un equipo + Messi. Ganar la Copa será la frutilla del postre, pero mañana se festeja igual.


Entonces, no quisiera dejar de reflexionar sobre algo que, estoy segurísimo que se dará así: la utilización política y el rédito partidario que querrán sacar quienes aprovecharon este mes de adormecimiento mundialista para seguir llevándose al país por delante.

No quisiera regalarle tantas líneas a este gobierno acabado, que espera un triunfo argentino solo para seguir respirando, pero sí, creo, amerita la advertencia de que no debemos dejar que se siga insultando la inteligencia de la gente, pensando que un logro deportivo puede tapar la corrupción y la peor gestión de gobierno desde que se restauró la democracia en la Argentina. Debemos tener en claro que, ya sea el campeonato como el subcampeonato, será logro único y exclusivo de la Scaloneta. No de la gente, no del periodismo amarillo y mucho menos, del gobierno. Entonces, cuando se cumpla el ritual de la recepción de los jugadores, ojalá el Obelisco, lugar emblemático de los festejos deportivos de la Argentina, sea el centro de esa recepción, y no la Plaza de Mayo.

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