lunes, 10 de febrero de 2025

Las Crónicas del Maestro


¿Qué traté de hacer con este breve escrito? Nada fuera de lo común, lo que cualquier cristiano quiere hacer en tiempos donde se busca complejizar la fe: simplificarla. Por eso, mediante un lenguaje cotidiano, busqué recrear cuatro escenas de la vida de Jesús de manera tal que brille tanto su sencillez como el poder de su mensaje. Espero puedan disfrutar estas historias y compartirlas a quienes aún no conocen al Señor.



Prólogo


"Tres años es poco tiempo para ejercer una misión como, por ejemplo, la de salvar al mundo".

Un carpintero muy particular, un hábitat extraordinario. Narraciones históricas de manera concisa exponen la cotidianidad y cometido del Maestro en su tramo en la tierra.

Diversas posturas revelan con humanidad, esencia y transparencia el corazón dispuesto de Jesús, así también su vivir, influyendo a quienes lo siguen.

El caminar del Verbo hecho carne y sus días en la tierra se ven envueltos en situaciones donde la fe alrededor es puesta a prueba repetidamente. Nuestro narrador, analizando cada una de estas condiciones que atraviesan al Maestro y su valor, siempre hace relucir este hecho: un porte humilde y empático puede vencer, por mucho, cada una de ellas.

Camila Zoe Zotelo



Capítulo 1

MI PRIMO EL MAESTRO


En aquellos años, no a cualquiera se lo llamaba "Maestro". Sólo se reconocía como tales a aquellas personas con probada experiencia en el campo de la teología. Claro que la palabra "teología" no existía en ese entonces, sino que fue creada tiempo después para significar a la ciencia que estudia a Dios y todo lo relacionado con Él. En otras palabras, el Maestro, en la Biblia, era aquél que tenía conocimiento, relación y, en consecuencia, autoridad para hablar de Dios a otros.

Por lo tanto, que a Jesús lo llamaran Maestro era una obviedad. Pero ¿cuáles eran sus pergaminos? Si durante 30 años estuvo fuera del radar de los fariseos, ¿cómo es que de la noche a la mañana todos lo reconocían y empezaban a hablar de él? 

Sucede que tenía un primo llamado Juan, con una gran facilidad para convencer a las personas. Un tanto hosco, por cierto, y a veces problemático con las autoridades. Pero resultó ser un gran manager, al punto tal que en lugar de ir él al centro de la ciudad a predicar, la gente iba donde él estaba, en el medio de la nada, para escucharlo hablar de un primo que, según él mismo decía, iba a hacer su aparición con milagros y con bautismo de fuego. ¡Wow! No sé qué habrá pensado la gente cuando Juan decía eso, pero quedaba claro que le creían y accedían a un ritual hasta entonces desconocido, que consistía en sumergirse en el agua por unos segundos y salir a flote nuevamente. Bautismo, le decían, y de ahí es que lo apodaron "Juan el Bautista". Algo especial tenía este hombre para que la gente hiciera lo que le pedía.

Pero, volviendo al Maestro, un día, como si nada, se le aparece mientras la gente se estaba bautizando e hizo la fila como cualquier hijo de vecino. Cuando le toca el turno, Juan se sorprende y le pide que lo bautice a él. Evidentemente no se habían puesto de acuerdo cómo iba a ser el protocolo, ya que Jesús le dice: "Primo, vos me tendrías que bautizar a mí, así doy el ejemplo". Juan, que no le terminaba de entender, le retruca: "¡No! Vos a mí", casi con un tono desafiante. Jesús, con pasividad, casi con un gesto de resignación, agacha su cabeza en 45 grados, choca las yemas de los dedos de su mano derecha con los de su izquierda y vuelve a recalcarle: "A ver, Juan, vamos a organizarnos un poco. Mañana empiezo mi ministerio así que hoy necesito estar bautizado". Casi como excusándose, Juan levantó a medias ambas manos como diciendo: "Ok, ok, vos sos el que manda", y lo bautizó.

Así comenzó la epopeya de este Maestro, cuyo currículum decía: "Nacido en un establo en Belén en el -4 (¿?). Exiliado en Egipto a los dos años. Cuando niño, se le escapaba frecuentemente a la madre para estar en la sinagoga. Fue carpintero como su padre". 

Hay que reconocerlo: Juan hizo un gran trabajo de promoción. De repente, todo el mundo hablaba del Maestro.



Capítulo 2

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA


El carpintero andaba por el pueblo que lo vio nacer junto a sus 12 amigos. No había hecho gran cosa allí porque la gente mucho no le creía. De ahí la famosa frase "Nadie es profeta sino en su propia tierra". Así que continuó su recorrida por otras regiones. 

Venía de tener algunos episodios fuertes, como haber tenido que alimentar a 20 mil personas, más o menos, con cinco pequeños panes y dos pescados. También se le embraveció el mar una noche y tuvo que recurrir a sus influencias para que se calmara. Y hasta recibió la mala noticia de que a su primo le habían cortado la cabeza por pedido de una nena caprichosa y la flojera de un gobernante que era un mamarracho.

En fin, cuando se dedicó a descansar un rato, lo cruzaron por el camino unos religiosos que, como estaban al divino botón, sólo buscaban hacerle pisar el palito al hombre de Galilea, emboscándolo con pasajes de las Escrituras sacados de contexto. A esta altura, con el trajín de andar haciéndole el bien a la gente por cuanta ciudad pisaba, el Hombre ya estaba un poco con los niveles de paciencia en rojo, así como cuando el celular se pone en 20% y bajando. 

Así que no tuvo mejor idea que confrontarlos con su propia hipocresía, un poco como para que se desmadre todo, y les dijo: "Lo que entra por la boca no es lo que contamina a las personas, sino lo que sale, porque en realidad, sale del corazón. Y eso es lo que contamina a la gente".

¡Para qué! Enseguida sus amigos, que estaban entremezclados con estos "fiscales del universo", escucharon como se hablaban en secreto y enseguida le dijeron a su líder: "Jefe, parece que a esos viejos no les gustó nada lo que dijiste y andan ofendidos". A lo que su líder, aun fastidiado por la situación, les dijo: "Déjenlos. No les den calce. Son ciegos que pretenden guiar a otros ciegos y lamentablemente, quienes los escuchen y los sigan, van a caer con ellos".



Capítulo 3

LAS MATEMÁTICAS DE DIOS


Cae la noche y una vez más... el Maestro estaba cansado después de un día más de trajín ministerial. Si tres años es poco tiempo para ejercer una misión como, por ejemplo, la de salvar al mundo, imagínense en una época en la que no existía la tecnología, los medios de comunicación ni las redes sociales. La única red que tenía Jesús a mano era la que usaba para salir a pescar con sus discípulos.

Lo cierto es que el joven de barba tupida venía de una gira por la glamorosa Jerusalén, donde había tenido una de sus tantas agarradas con los religiosos que ardían de rabia porque no les salía una bien. Y en su regreso por el mar de Galilea, hizo un par de paradas por Decápolis, donde sanó a un sordomudo. Luego de eso, le recomendó que no dijera nada a nadie. Es probable que Jesús no haya estado demasiado lúcido cuando le pidió eso porque... ¿qué sordomudo se va a quedar callado luego de haber sido sanado milagrosamente? En el fondo, pienso.. ¡fue una estrategia! Seguro que le dijo que no le contara a nadie para producir el efecto adverso. ¡Habrá sido eso! 

Una jornada de varios sermones le espera en este tramo del tour. Y no iba solo, porque detrás de los 12 guardaespaldas, había unas 5000 familias que lo venían siguiendo hacía como tres días. 

En eso, Jesús muestra su lado fuerte, pero también su costado menos hábil, el de las matemáticas. Está comprobado que el Señor podía hacer milagros, liberar a la gente atormentada, sanar enfermos terminales y hasta resucitar muertos, pero... no le pidan que haga cuentas porque jamás lo entenderíamos.

El lado fuerte de Jesús, por supuesto, estaba emparentado con el amor, la misericordia, la empatía... "tengo misericordia de esta gente que hace tres días que nos sigue", dijo Jesús a sus discípulos, utilizando esa palabra, "misericordia". Hasta ahí, todo bien. Es el Jesús que todos conocemos y eran lógicas sus palabras. Así que sus discípulos empezaron a organizar la desconcentración. "Muchachos, ya es tarde, el Maestro está cansado así que, vayan moviéndose", habría dicho Pedro, siempre preocupado porque Jesús estuviese cómodo. 

Como la gente seguía ahí, ante el intento de Pedro de sacar su espada para ser un poco más... persuasivo, aparece en acción Judas, con su labia para intentar convencerlos. "Ciudadanos, estamos en vísperas de una revolución y necesitamos que nuestro líder esté bien descansado para mañana", le habría dicho a la gente cual político en campaña. Algunos se miraron como comprendiendo la situación y se estaban parando como para hacer la retirada.

Entonces Jesús interrumpe todos los planes y les dice a sus discípulos que les den de comer. Los 12 se miraron esperando la carcajada del Maestro para corroborar que estaba bromeando. Pero no. Reiteró el pedido y Tomás, siempre realista, le dice: "No hay ni un supermercado chino abierto en todo Jerusalén. ¿Dónde vamos a comprar a esta hora?"

Tímidamente, Juan viene con un niño de la escuela bíblica, que tenía la viandita que le había preparado su mamá por si acaso le agarraba hambre. Le muestra la bolsita y había 5 panes y 2 peces. "¡Buenísimo!", dijo Jesús, mirando a los suyos como buscando respaldo a su idea de alimentar a la multitud con la comida de un niño. 

Mateo, el más sapiente de todos, con su mirada puesta en la pantalla de su ábaco (no había calculadoras en ese entonces) trata de enseñarle al Maestro que las cuentas no daban. "Maestro, son 5 panes para 5000 familias. No nos dan los números".

La noche estaba avanzada, y Jesús estaba cansado como para ponerse a explicarle a sus discípulos así que, dio gracias a Dios por las 7 porciones que allí tenía y le dijo a la gente: "Siéntense que ahora pasan los mozos". Y así fue que todos comieron, se saciaron y, paradójicamente, con la comida que sobró, llenaron 12 canastas.

La gente se fue y Jesús, antes de irse a dormir, habrá pensado: "¿Querían matemáticas humanas? Ahí tienen, una canasta para cada uno. No me molesten mientras duermo".



Capítulo 4

HOY ES UN BUEN DÍA PARA HACER UN MILAGRITO


Al parecer, un grupete de religiosos pícaros tenían como misión en la vida hacer que el carpintero caiga en alguna de sus trampas cargadas de una falsa moralina. Pero el joven nacido hace casi 32 años ya la tenía clara. Como dicen en el barrio: "cuando vos vas, yo voy y vengo". Bueno, algo así pasaba en aquel tiempo en que estos buenos para nada perseguían al Maestro para ver si lo pescaban in fraganti.

¿Se imaginan los posteos cazademonios en facebook que harían acusando al pobre Cristo por transgredir la sana doctrina curando a un enfermo terminal durante la hora del culto, y encima hacerlo sin usar corbata? Menos mal que en esa época las únicas redes que había eran la que usaban para pescar. Aun así, los payasos de túnicas se las ingeniaban para hacerle perder la paciencia hasta al mismísimo predicador que recomendaba actuar con mansedumbre. 

En fin, hay que entenderlo, también era hombre y tenía emociones. Lo que sí es seguro, es que jamás pecó, pero me hubiera gustado ser mosca para presenciar algunos episodios donde ponía en práctica eso de que "el celo de tu casa me consume". ¡Y vaya si lo ha hecho al punto de sacar a palazos a los que estafaban en el templo! 

Pero, bueno, no sé si alguna vez lo enseñó, pero imagino que habrá sido de los primeros en contar hasta diez antes de explotar y, como lo hacía en algunas ocasiones, tiraba alguna perlita que hacía enfadar hasta el último religioso. 

Se ve que en esta vuelta lo engancharon apurado cuando se le acercó un pobre hombre con dificultades para caminar, y que siempre llegaba tarde al estanque de los milagros. Se acercó a Mateo, que era el más organizadito de todos sus seguidores y le preguntó qué día era. El ex publicano miró la agenda, y le dijo: 

-"Esta noche tenés que predicar en la playa del otro lado del mar de Galilea, a las 20 horas". -"Sí, ya sé", le respondió el Maestro, "pero, decime qué día es hoy". 

-"¡Ah! Es sábado". 

-"Ok, hoy es un buen día para hacer un milagrito". Así que miró al hombre y casi sin mediar otra palabra le dijo: "Agarrá tu bolsa de dormir y andá con tus amigos".



Epílogo


Pensé que cuatro historias eran pocas para convertirlas en un libro. Así que estuve bastante tiempo pensando en otros sucesos en los que Jesús hiciera gala de su esplendor para bajarlos en simples palabras. Pero, debo confesar, la inspiración forzada, no es inspiración. Estas cuatro historias llegaron en determinados momentos de mi vida en los que no me propuse escribirlas. Y el efecto contrario se produjo cuando me disponía a "crear" historias para hacer más extensa esta obra. La inspiración nunca llegó, pero prefiero creer que Dios dijo: "Hasta aquí". Dicho y hecho, es hasta aquí. 


sábado, 11 de enero de 2025

Nuestros días en Cabalango




Volvimos. Casi ni nos dimos cuenta. Parece que fue ayer que abordamos el avión que nos llevó a Córdoba en apenas una hora y 10 minutos, pero pasaron casi 10 días y ya estamos de regreso a nuestra Buenos Aires querida.

Dicen que Córdoba es linda, y no les han mentido. Cada ciudad encierra una historia. O muchas historias. Como Cabalango, una especie de pueblo fantasma ubicado a unos 20 minutos de Villa Carlos Paz. Y no digo lo de "pueblo fantasma" en forma despectiva, sino atendiendo a una estadística oficial que dice que según el censo de 2010, contaba con solo 336 habitantes registrados. Se estima que en los últimos 15 años esa cifra se duplicó, por lo que habría que suponer que ronda los 700 pobladores. Aun así, la joven comuna de Cabalango se las rebuscó para convertirse, en los últimos tiempos, en otra de las atracciones turísticas que ofrece la provincia mediterránea.



Vacaciones
La post pandemia no nos había regalado, como familia, la posibilidad de irnos de vacaciones. Varios factores fueron postergando esta breve aventura que se dio, al fin, ni bien comenzó el año. Con el pasar de las siguientes fotos iré contando pequeñas historias, con el fin único de entretenerlos un rato en medio del día laboral y, por qué no, de compartir esta vivencia con aquellos que se alegran cuando a uno le va bien.


Turbulencia, presión baja y una tripulación de lujo
La mañana del 3 de enero comenzó con el bocinazo de nuestro amigo Hernán, a las 6.30 de la mañana, para llevarnos a Aeroparque. Aunque todos tenemos experiencia en el aire, fue nuestro primer vuelo en familia. Las miras estaban puestas en Donato, que tuvo su primer viaje en avión. Al parecer, fue como viajar en colectivo o en tren, dado que no reflejaba ninguna emoción, ni mucho menos, temor de subir a un avión. Está claro que los jueguitos de Minecraft o vaya a saber qué, le habían ganado a cualquier curiosidad que le pudiera generar el hecho de estar en un pájaro gigante de acero que de repente, tomó velocidad... y altura. 


En medio de unas breves turbulencias, sucedió algo con Agus que quiero mencionar. La situación fue incómoda ya que le bajó la presión, pero, sin entrar en detalles sobre ese malestar que le duró unos minutos, quiero detenerme en destacar el trabajo de la tripulación de la empresa JetSmart. La rapidez, amabilidad, paciencia, empatía y todos los adjetivos que se les pueden ocurrir, convergen en las personas de Oriana Demarco y Luca Mesiano. La atención que le dispensaron a Agus es digna de resaltar, y en tiempos donde todo el mundo protesta por todo y en el que los libros de quejas son solicitados con frecuencia, no quisiera dejar pasar este relato sin destacar la gran tarea de estos chicos, y decirles a los popes de la empresa JetSmart que debieran darles una placa al mérito. Ori, Luca, jamás los olvidaremos.


Arribo a Córdoba
Nuestro anfitrión, Rubén Darío Vázquez, tuvo la amabilidad de ir a esperarnos al Aeropuerto, para agilizar el traslado a Cabalango. Las dos horas que debieron consumirnos el viaje en transporte público, se redujeron a apenas 40 minutos hasta llegar a las hermosas Cabañas Tunquelén. Se trata de una edificación nueva, con las comodidades necesarias para una familia tipo que desea descansar y disfrutar del silencio y el sonido del río y la cascada que está situada a escasos 300 metros del lugar.

Precisamente, el Río Los Chorrillos fue el primer lugar al que fuimos rápidamente los cuatro para hacer las primeras fotos en el pueblo que comenzábamos a descubrir. Subidas y bajadas empinadas nos hace sospechar que hemos vuelto de allí con dos kilos menos.


Noche de pizzas
El tercer día en Cabalango nos regaló un hermoso atardecer que pudimos documentar a través del lente de Agus, para dirigirnos al hogar de Rubén Darío y Alejandra, quienes nos recibieron con una linda variedad de pizzas. La tertulia nos hizo pasar, por supuesto, a viejos y hermosos recuerdos de cuando la música hizo que nos conociéramos con Rubén Darío. Muchos nombres surgieron en la charla y de todos extrajimos hermosas anécdotas que la fueron nutriendo.


Paseos
La idea era descansar, por lo que los paseos no estaban en nuestro orden de prioridades, así que hicimos solo dos salidas: una a Córdoba Capital y otra a Villa Carlos Paz. La primera nos depositó en el conocido shopping Patio Olmos y en un espectacular bodegón vintage llamado Vidón, donde comimos a un precio inimaginable hasta sentirnos bien satisfechos. 


La pasada por Villa Carlos Paz fue más extensa, iniciando por Wo, un nuevo paseo de compras a cielo abierto. También pasamos por el popular reloj cucú, una verdadera estafa. Uno debe esperar media hora para que el pájaro haga una salida donde dice una sola vez "cucú" y se esconda velozmente. Los turistas que estaban allí rodeando el reloj no sabían si reírse del chiste o de la desazón por no haber podido filmar la salida del pajarraco.


Pero lo más lindo de la salida a la populosa ciudad poblada de teatros, fue el encuentro con nuestros amigos José y Candelaria Goncebat. Los descubrimos por casualidad, al ver en sus redes que andaban por Córdoba. Bastó solo un par de mensajes para coordinar el encuentro y pasar una tarde genial hasta que tuvimos que tomarnos el micro de regreso a Cabalango. Durante la espera, el cielo se pobló de nubes y cayeron un par de granizos pequeños. Raro, porque aun no estaba lloviendo. El viaje fue bajo la lluvia, y al llegar al pueblo, veíamos a la gente salir raudamente del río. "¿Qué habrá pasado?", pensamos. Lo que nos contaron al llegar fue que minutos antes se había largado una terrible granizada, con piedras del tamaño de una pelota de golf. 


Un vecino peculiar
Llegaba nuestra última noche en la cabaña. El jueves lluvioso invitaba a la lectura o a ver una peli. Pero más allá del clima, el que siempre se había presente al costado de la cabaña era un pequeño zorro, que cuando le chistábamos para fotografiarlo, se escapaba. Apenas algunas tomas pudimos hacerle, y en ninguna nos sonrió. 


Un último paseo por el puente y el acceso al pueblo fue lo que hicimos a la hora de comprar algunos recuerdos. En mi caso, un mate, por supuesto.


Regreso a casa e indiferencia felina
Un poco de espera en el aeropuerto de Córdoba fue amenizado por ricas combinaciones de comidas que pudimos probar en esa terminal. El viaje de regreso fue tan placentero como el de ida. Salida a tiempo y llegada a destino antes de tiempo. Amabilidad, sonrisas, buena atención y 58 minutos de vuelo fue lo que tuvimos hasta Buenos Aires, que nos recibió con el ruido de bocinas.
 

La llegada a casa coincidió con la salida de nuestra vecina Nancy, quien religiosamente iba cada día a abrirle la puerta y alimentar a nuestra gata Liza, la verdadera dueña de casa. La felina, consciente de que la dejamos sola por 7 días, nos miraba con la indignación e indiferencia propia de quien está dispuesta a vengarse por dicha osadía. Y vaya si lo hizo: esa noche, como nunca, se encargó de molestarnos mientras dormíamos, maullando, paseando por la cama y pisándonos, en lugar de ponerse en un rincón como lo hace siempre y dormir a la par nuestro. En fin, cosas de bichos.



martes, 31 de diciembre de 2024

Orfandad periodística


Se me ocurrió lo de la orfandad periodística como título de este breve escrito porque hay como una sensación de que tras la muerte de Jorge Lanata, no hay quien siga sus pasos. Y no por falta de periodistas comprometidos con la búsqueda de la verdad, sino por todo el conglomerado de adjetivos de los cuales Lanata era destinatario.

A veces, lo mejor es esperar a que pase un rato luego de la muerte de una persona significativa, para referirse públicamente a ella. Por eso, tras la muerte de Jorge Lanata, y luego de ver el impacto inicial que produjo su deceso, me propuse escribir desde mi óptica y desde mi deseo de tener en la Argentina un periodismo comprometido con la verdad, a pesar del poder de turno.


En el desfile de colegas que pasaron por los distintos canales evocando la figura y carrera de Jorge Lanata, hubo varios términos que se repitieron constantemente: transgresor, innovador, disruptivo, excéntrico, preguntador serial, hasta se lo denominó fundador de una manera de hacer periodismo. Términos válidos todos ellos, que convergieron en su trayectoria profesional. Y en el mar de periodistas que inunda las pantallas, el éter, el papel y la web, se ven muchas de estas cualidades, pero no todas juntas en uno solo. Eso fue lo que lo distinguió a Lanata, y por eso se lo considera el número 1 del periodismo. Le pese a quien le pese. Incluso sus detractores tuvieron que parar la pelota y, en un dejo de sinceridad, reconocer lo que el fundador de Página/12 (que hoy, tristemente, apenas si lo mencionó en la oreja de tapa y sin siquiera poner una fotito) significó para el ejercicio de esta noble profesión.

Uno puede estar en desacuerdo con algunas cosas que pasan más por ciertas cuestiones filosóficas respecto a la vida, pero eso no invalida el enorme trabajo que un tipo como Lanata hizo para crear conciencia en los argentinos sobre la realidad a la que nos íbamos a chocar si seguíamos por el rumbo propuesto por la infamia que ocupó el poder durante tres de las últimas cuatro décadas. 

Lanata fue casi el que originó el término "grieta", cuando mirábamos perplejos esta batalla cultural que se daba entre quienes vivían el espejismo del populismo y quienes entendían el país en otros términos. 

Lanata fue el primero que advirtió que la Argentina podía convertirse en Venezuela, aun cuando la mayoría del país seguía viviendo su luna de miel con el kirchnerismo. 

Lanata fue el que se animó a hacerle frente al régimen K denunciándolo con todo en contra. Pero no toda la gesta de Lanata fue en la era K, que es lo más fresco que tenemos en la memoria. Carlos Saúl también fue destinatario de palizas periodísticas que hasta llegaron a incomodar al Rey de Anillaco. 

Si hay que hablar de épica periodística, no se puede pasar de largo sin mencionar a Jorge Lanata y ese sinfín de investigaciones osadas y atrevidas entrevistas, que lo hacían ver como un abanderado, como el tipo que en la tele decía todo lo que hubiésemos querido decir nosotros.

Se habla mucho de legado, de la huella, de aquello que dejó Lanata con su ejemplo, etc. Pero la gran duda que queda en muchísima gente es si ese legado va a perdurar en el nuevo periodismo, en la sangre nueva que hay detrás de un micrófono, de una compu o delante de una cámara. O si va a sucumbir ante la tentación de hacer lo políticamente correcto. O peor, si la tentación vendrá envuelta en un sobre. Lo veremos con el tiempo. 

Por lo pronto, a quienes estamos en el mismo oficio, nos queda honrar la memoria de un tipo como Jorge Lanata, imitándolo, aunque sea un poco. Preguntando, dejando que la curiosidad nos invada; preguntando, aunque incomode a algunos; preguntando, aunque nos pongan una pared o nos cierren una puerta; preguntando, aunque la primera respuesta sea un "no"; preguntando, aunque nos digan que nos dediquemos a otra cosa.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Asbury: ¿Avivamiento o impacto aislado?



Por Damián Sileo

Hace poco más de un año y medio se hablaba de la Universidad de Asbury como el foco de un nuevo avivamiento, a partir de una gesta de oración y adoración que insumió varios días ininterrumpidos. Esto se replicó en otras universidades y dejó de pasar inadvertido para el pueblo cristiano que, enseguida, salió a pronunciarse a través de las redes sociales. Es maravilloso ver que cientos o miles de personas estén en continuado orando y adorando a Dios, por supuesto. Algo así no se ve todos los días y uno sospecha que eso debiera dejar una huella. Pero… ¿se trató realmente de un avivamiento?

Creo que deberíamos detenernos en lo relevante de cada manifestación espiritual y no sacar conclusiones de antemano. Pero para eso, algo imprescindible es saber qué es un avivamiento, para qué sirve y cuál es el real impacto que éste genera en la sociedad.

Por empezar, el término “avivamiento” ni siquiera es bíblico. Al menos, como vocablo que pretenda significar algún tipo de movimiento o manifestación del Espíritu Santo. Es un mero término teológico implementado luego de que sucedieran a lo largo de la historia de la iglesia, experiencias espirituales que desembocaron en impactos duraderos en la sociedad.

Tal vez se pudiera considerar como el primer avivamiento aquél episodio narrado en el capítulo 2 del libro de los Hechos, cuando tras la predicación de Pedro, el Espíritu Santo se mostró de manera inédita, derramándose como lenguas de fuego sobre la gente, que comenzaba a hablar idiomas desconocidos y como resultado, se convirtieron más de 3000 personas. A partir de allí, la iglesia primitiva se expandió de manera tal que ni siquiera las peores persecuciones de los más sanguinarios emperadores romanos pudo detenerla. A mayor persecución, mayor crecimiento de la iglesia, que por aquél entonces no conoció límites geográficos. 

Luego del período oscurantista, se podría nomenclar la Reforma Protestante como una suerte de avivamiento. No hubo allí experiencias sobrenaturales, ni tampoco actos mágicos. Sólo un fraile que leyó con otros ojos las mismas Escrituras que se venían leyendo hacía más de 15 siglos. Y esa nueva mirada se transformó en 5 enunciados que dieron vuelta la historia de la iglesia, abriéndose la mismísima Palabra de Dios a todo el pueblo (recordemos que hasta ese entonces, el común de la gente no tenía acceso libre a las Sagradas Escrituras, al menos en forma masiva). Eso permanece hasta el día de hoy. Con aggiornamientos varios, pero luego de 500 años se sigue celebrando cada 31 de octubre la impronta cristiana basada en la “sola escritura, solo gracia, solo Cristo, sola gloria y sola fe”.

Los avivamientos, a diferencia de lo que frecuentemente practicamos cada vez que surge un movimiento notorio en las iglesias, no se catalogan inmediatamente, sino que pasado un tiempo considerable, se los ve como tal debido al impacto social que generaron. Por ejemplo, el gran despertar de las colonias americanas de principios y mediados de siglo XVIII, cuando tras la poderosa exposición bíblica de los predicadores de aquél entonces, los mismos cristianos dejaron de lado los rituales y ceremonias que vivían hasta ese momento, para comenzar a vivir la vida en Cristo basada en un verdadero arrepentimiento. Por otra parte, la gente comenzó a escudriñar la Biblia en sus casas, descentralizando así la interpretación de las Escrituras y evitando ser engañados por cualquiera que quisiera aprovecharse de la ingenuidad de aquellos cristianos. Esta práctica, perdura hasta el presente. La Biblia es el libro más vendido del mundo y de la historia, y está presente en las bibliotecas de innumerables familias aunque no profesen la fe cristiana. Ese impacto social que se mantiene vigente es lo que permite considerar estos sucesos como un avivamiento.

Así como el primer gran despertar se produjo dentro del seno de la iglesia, un siglo después hizo lo propio fuera del mismo. El interés que se generó por la religión en la población de aquél entonces, inspiró una oleada de activismo social que, entre otras cosas, desembocó en la abolición de la esclavitud.

El siglo XX también tuvo lo suyo, a través de las grandes campañas evangelísticas que tenían como protagonistas centrales a carismáticos predicadores que rompían el molde. Algunos por la predicación en sí misma, atrayendo millones a los pies de Cristo, como Billy Graham, Luis Palau o Reinhard Bonkee, por nombrar solo a tres que ya no están entre nosotros, pero han dejado una huella imborrable, y si bien no se podría puntualizar el inicio de los avivamientos generados por sus masivas formas de evangelización, hoy, a la distancia, podemos decir que se trató de avivamientos progresivos que dejaron como saldo millones de nuevos cristianos. Algo importante en los tipos de eventos evangelizadores de estas nuevas estructuras paraeclesiásticas es que, además de la predicación de la palabra de Dios, se realizan acciones sociales que generan cierta incomodidad en los sectores gubernamentales que se ven desnudos en su ineficacia o desidia, al contemplar que las instituciones cristianas realizan la “tarea del Estado”. Esto hace que hoy en día, la iglesia evangélica sea sinónimo de “ayuda a los pobres, asistencia en medio de catástrofes” y otros ítems que muestran que no solo se trata de palabra, sino de acción.

Para ir concluyendo, no toda manifestación espiritual debiera ser catalogada de avivamiento. De ser así, la historia estaría llena de estos, pero la realidad es que aquellos pequeños impactos (que no hay que desestimar), podrán ser apreciados en toda su magnitud cuando pasen los años y se vea un real cambio social como consecuencia de los mismos. Por eso, cuando leíamos en las redes sobre “el avivamiento de Asbury”, podríamos estar, cuanto menos, apresurándonos en nuestra apreciación. No hay apuro en saber si esto fue un avivamiento. No cambia nada un rótulo. Lo que importa es que detrás de cada cimbronazo espiritual, haya vidas transformadas por el poder del Espíritu Santo y sociedades que reciban un impacto tal que se afiancen con el paso del tiempo.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

A un año de la asunción del Presidente Javier Milei


Por Daniel Di Paolo


Se cumple un año de gobierno del Presidente Milei. A mi entender, con muchas cosas para celebrar.  

Llegamos a diciembre de 2024 con una gestión económica extraordinariamente exitosa, considerando el estado calamitoso en que la recibió. Las cuentas públicas están ordenadas, hay superávit fiscal, la inflación más baja en años y con nuestra moneda nacional fortalecida y el dólar estable.  

El gobierno logró los acuerdos necesarios (con la colaboración de otros espacios políticos que también interpretaron la voluntad de la ciudadanía, hay que decirlo) para comenzar un proceso de reforma del Estado que era imprescindible, reduciendo los gastos superfluos, la corrupción, el despilfarro de los fondos públicos, el clientelismo y la utilización política de los pobres. 

Y todo eso con tranquilidad en las calles, que ahora son transitables y volvieron a ser de todos.

Terminó con la policía del pensamiento y la ideologización de la cultura que se llevaba adelante desde el Inadi, el Ministerio de la Mujer, y el Incaa

Cambió la política internacional del país, encolumnándose claramente con las democracias republicanas de occidente, condenando con firmeza y sin medias tintas los regímenes totalitarios contrarios a la libertad y los derechos humanos. 

Se manifestó abiertamente a favor del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada, liderando una batalla cultural cuyas banderas sostuvimos desde hace años espacios políticos como el que lidero en la Provincia de Buenas Aires, cuando no era tan fácil expresar estas posturas con el progresismo en el poder. Y lo está haciendo de manera exitosa. Bienvenido sea! 

Se volvió a combatir el narcotráfico, se revalorizó el rol de las fuerzas armadas y de seguridad, y está dirigiendo una política de seguridad que defiende a las víctimas y persigue a los delincuentes. 

Es mucho para un solo año de gobierno, y justifica el alto grado de apoyo que tiene entre quienes con   esperanzas y, porque no, algún grado de incertidumbre, votamos por este cambio. 

¿Hay algunos ítems a mejorar?  Obviamente. 

Sigo deseando que el Presidente, cómo primer mandatario, ejerza un liderazgo ejemplar, sin caer en agravios, expresiones violentas, ataques personales o contra el periodismo. Hay que decir que el tono de la cadena nacional de hoy fue muy moderado. Es por ahí.

Lamento los desencuentros con la Vicepresidente Victoria Villarruel. Se votó a una fórmula, y es de desear que, con responsabilidad y sentido patriótico, resuelvan sus diferencias aportando cada uno lo mejor de sí,  complementándose en la tarea de sacar al país de la crisis. 

Asimismo, deja un gusto amargo la falta de compromiso de la bancada oficialista con la ley de ficha limpia. Una lástima. 

Por último, un asterisco respecto de la situación de los jubilados. Creo sinceramente que se podría haber hecho algo más por ellos. Está claro que el desquicio económico que produjo el kirchnerismo es el responsable de esta crisis previsional, pero entiendo que los mismos ciudadanos que apoyamos la dirección que tomó el gobierno en cuanto a la política monetaria, soportando estoicamente los efectos del ajuste realizado, desearíamos que de alguna forma se pueda mejorar la situación de aquellos que luego de haber aportado tantos años, hoy no pueden acceder a un haber digno para sustentar sus necesidades básicas.

No obstante, estamos ante un saldo muy positivo. Y si de golpe nos cruzamos con la foto del cuarteto Cristina, Máximo, Massa y Kicillof reunido, directamente es para que haciendo un mínimo ejercicio de memoria, aplaudamos todo lo que se logró en tan solo un año de gestión.

domingo, 31 de marzo de 2024

¿Entraste a tu tumba?


Tal vez no sea el título que esperabas para una nota alusiva a Semana Santa y, más aún, para el Domingo de Resurrección. ¡Hoy se trata de salir de la tumba, y no de entrar!


Leyendo una nota esta mañana, escrita por un amigo, me hizo ver la resurrección de Jesús desde otra perspectiva. No es que esté descubriendo algo nuevo ni creando una nueva teología al respecto. Jesús resucitó, mi fe sostiene eso hasta el final, y punto. Pero quiero detenerme en otro aspecto, y tiene que ver con nosotros mismos.


Vemos diferentes actitudes de las primeras personas que, cuando fueron a visitar la tumba del Maestro, la encontraron vacía. Primero fue Magdalena, aquella mujer que tanto favor había recibido de Jesús, que al llegar a la tumba y verla vacía, se llenó de temor y de angustia. Era tan enceguecedor ese temor que ni siquiera le permitía recordar que Jesús ya les había dicho que iba a resucitar. Es más, cuando vio al Ángel sentado allí, llegó a preguntarle si sabía dónde habían escondido el cuerpo de Jesús. 


Luego, los caminantes a Emaús. Relatan los Evangelios que dos de los seguidores de Jesús, luego de haberse cruzado con Magdalena, iban caminando hacia un pueblo llamado Emaús, y comentaban con mucho pesar lo sucedido. Es como cuando alguien habla con su amigo sobre la muerte de aquella persona que parecía que jamás iba a morir. De pronto, el mismo Jesús, cubierto con la capucha de su túnica, se les suma en el camino y se pone a hablar con ellos haciéndose el distraído. No podía creer que no lo hubieran reconocido. Ese "baño de realidad" que vivían aquellos discípulos era tal que no se daban cuenta que tenían delante de ellos al mismísimo milagro viviente y no se daban cuenta.


Por último, los elegidos, sus 11 (Judas ya no estaba, había decidido salirse de la escena), que estaban encerrados en una de las casas, temiendo por sus vidas. ¿Qué pasará con aquellos que seguían a Jesús a todas partes, ahora que había muerto? Burlas, difamación, en el mejor de los casos, persecución, cárcel y tal vez la misma muerte, en situación extrema. Pero, los Evangelios dicen que cuando Magdalena descubrió la tumba vacía, Pedro y algunos de los discípulos también corrieron allí y se maravillaron. Entonces, ¿qué pasó en el medio de eso como para que de nuevo estén los once apichonados en una casa? ¿De qué sirvieron tres años al lado del mejor Maestro, para esconderse en el momento más importante de la historia? Jesús tuvo que aparecer en persona para que se dieran cuenta que se había cumplido la profecía. Aun así, Tomás necesitó pruebas contundentes para creer que era Él, y tuvo que palpar sus heridas para corroborarlo.


Tanto Magdalena, como los discípulos, entraron a la tumba, vieron que Jesús ya no estaba allí, y tuvieron distintas reacciones, las mismas que tenemos cuando hacemos nuestros exámenes introspectivos, cuando entramos a nuestras propias tumbas, vemos el panorama que Dios tiene para nosotros, pero, aun así, tomamos posturas diferentes. Dios se muestra con el mayor de los milagros, con el mejor de los favores, con la mejor noticia de nuestra vida, pero nuestra tumba todavía está regada de temores, dolores, angustias, incredulidades... cosas que nos enceguecen y hacen que nos perdamos lo que Dios tiene para nosotros. Hasta que se nos tiene que aparecer resucitado para que le creamos. No hace falta esperar a que eso suceda; no pasemos a la historia como Tomás, que tuvo que ver y tocar para creer, y a quien Jesús le dejó la tristemente célebre frase "tuviste que tocarme para creer". 


Cada vez que entramos a nuestras tumbas, la gloria de Dios está allí, sentadita como el Ángel que le anunció a Magdalena que Jesús había resucitado. Está en cada uno creer y salir a anunciar la noticia o esconderse hasta corroborar que esa noticia sea cierta. Está en nosotros dejar que el temor nos invada y, en nombre de "ser realista", no ver que Jesús camina al lado nuestro. Está en nosotros dejarnos ganar por la incredulidad y esperar a tocar el milagro para creer, o hacerlo sin necesidad de ver (en eso consiste la fe, ¿no?). 


Por eso, te invito en este momento a entrar a tu propia tumba, a tu interior, y a ver con ojos espirituales aquello que Dios tiene para vos, en cualquier área de tu vida que sea. Y a no permitir que el temor, el desgano, la incredulidad, el realismo, impidan que la gloria de Dios se manifieste en tu vida. Hoy es un buen día para reflexionar sobre esto y dejar que ese Ángel sentado en tu tumba te diga: "No temas. Él ha resucitado".

martes, 9 de enero de 2024

Sufrir, para después gozar


A partir de la asunción del flamante presidente de la Argentina, Javier Milei, y sus primeras medidas de gobierno, hay voces que, por distintas razones, pretenden torcer, mitigar, o cambiar algunas o todas las directrices de su gobierno. 

En medio del enmarañado juego de palabras y chicanas entre defensores a ultranza del líder liberal y los opositores que ven en la derecha todo lo que está mal, se yergue una expresión presidencial que también ha atraído tantos adherentes como detractores. Si una promesa quedó clara por parte de Milei, fue que vamos a sufrir en los primeros tiempos para alcanzar bienestar o, como expresó en sentido figurado, "ver la luz al final del camino". 

Ante esa teoría, quienes desestiman esta idea se fundamentan en el análisis de un filósofo moderno que afirma que eso "nunca pasó", y quienes la recibieron como una realidad ineludible, hacen su basamento en diversas premisas bíblicas que garantizan un camino difícil para llegar al objetivo deseado.



Está claro que, a escasos treinta días de haber asumido el gobierno argentino, no se pueden hacer evaluaciones serias y categóricas, ni a favor ni en contra, de la gestión de Milei. Pero sí, vale la pena detenerse en algunas señales de estos primeros días, que pueden marcar el camino de lo que vendrá.


Por caso, "sufrir para luego gozar", algo que implícitamente dijo Milei, palabras más, palabras menos, respecto a que necesariamente deberemos vivir tiempos de ajuste y de ciertas privaciones, consecuencia de la realidad económica que venimos acarreando como país desde hace varios años. Podremos decir "¿qué culpa tenemos nosotros por las malas decisiones tomadas por esos gobiernos?". Pero debemos tener en cuenta que los mandatarios están allí porque nosotros los pusimos con nuestro voto. Dicho esto, sabemos bien que cuando no somos buenos administradores de los recursos que tenemos, cuando gastamos más de lo que ganamos, cuando pedimos plata prestada ante el primer apuro, cuando usamos la tarjeta de crédito para patear la deuda... no hay que ser muy lúcido para entender que, en algún momento, hay que saldar todas esas cuentas y hacer ciertos sacrificios para lograr que los números se normalicen. En un país pasa lo mismo. ¿Cuánto tiempo llevará? No lo sabemos, pero sí sabemos que no será de la noche a la mañana. Porque 20 años de desidia no se solucionan en 30 días de mandato.


Por otra parte, al lógico ajuste y sacrificio que las matemáticas nos pide para poder empardar el debe y el haber, hay una cuestión conceptual que un sector de la población está tirando por tierra esgrimiendo todo tipo de excusas para no responsabilizarse por las malas decisiones tomadas. Circula por las redes una frase de un filósofo esloveno con cara de pocos amigos, que dice algo así como que "no hay que confiar en quien te promete sufrimiento para después tener felicidad, porque eso nunca pasó". Más allá de ser una falacia (podemos citar algunas transformaciones de países que han salido del populismo con sangre, sudor y lágrimas para tener, en la actualidad, un buen pasar social y con una economía estable), lo que preocupa es que, por tener cierta antipatía con el actual gobierno, se arroje por la borda uno de los conceptos emergentes de Jesús sólo por congraciarnos con una ideología política. ("En el mundo tendrán aflicciones, pero no tengan miedo, porque yo he vencido al mundo", fue la expresión de Jesús citada en Juan 16:33).


Otro texto al que podemos remitirnos para sostener la idea de que el sufrimiento es parte del proceso para llegar al objetivo, es aquel salmo que dice que "los que siembran con lágrimas, con alegría cosecharán" (Salmos 126:5). Versículo con el que romantizamos bastante, pero a la hora de aplicarlo, pareciera que queremos buscar un atajo para esquivarlo.


Caso emblemático es el del pueblo de Israel. Todos conocemos la historia, pero a veces da la sensación de que se toma sólo como un cuento para los alumnos de la escuela bíblica, y no para entender que toda acción tiene su consecuencia, que cada decisión que tomamos tiene su efecto, que el sufrimiento es parte del proceso por el cual tenemos que pasar necesariamente para llegar al puerto deseado. 


No quisiera caer en la comparación fácil, pero el paralelismo es inevitable. Siendo esclavos de los egipcios, los israelitas, de alguna manera se acomodaron a esa manera de vivir, donde tenían garantizado el techo y la comida, pero no había posibilidad de aspirar a algo más que eso. La tiranía del Faraón estuvo disfrazada de ese Estado benefactor y paternalista que decidía por la gente. Y los esclavos se habían acostumbrado tanto que ya no les parecía tan mala la esclavitud, dado que tenían garantizado lo mínimo indispensable para poder vivir. Esa misma tiranía, al ver que, no obstante, el pueblo de Israel continuaba con sus rituales, le entorpeció la tarea al no darles la paja para la cocción de los ladrillos, y de ese modo, debían ocupar más tiempo de trabajo diario, lo cual los hacía llegar cansados a sus hogares y así evitar que hagan culto a Dios. Algo similar a lo que ocurre cuando los gobiernos populistas viven poniendo palos en la rueda al avance personal de los ciudadanos (impuestos, miles de trámites innecesarios para encarar un negocio, más impuestos, decenas de permisos para poder vender algo, aumento de impuestos, imposibilidad de expandir libremente un emprendimiento hacia el exterior, más impuestos, etc.). Estos finalmente terminan ocupando su poco tiempo de ocio ideando tareas que les puedan generar un mayor ingreso para cubrir todas esas burocracias, y descuidando las cosas esenciales de la vida, como lo son la familia y, fundamentalmente, la relación con Dios.


Cuando Moisés propuso al pueblo de Israel su liberación, se encontró con la resistencia obvia del Faraón, pero lo más curioso fue que ni siquiera lo escuchaban los propios israelitas. Según relata el libro de Éxodo, fue porque "estaban con congoja de espíritu" (Éxodo 6:9). Fue tal la opresión que ni siquiera les hacía efecto el hecho de que alguien fuera a decirles que los iba a liberar de ese yugo. ¿Cómo se puede ser indiferente a alguien que te dice que vas a ser libre? Finalmente, luego de tanto luchar contra Faraón y convencer al pueblo de Israel, salieron de Egipto para comenzar el camino de la reconstrucción. No iba a ser fácil, claro está. Fueron 40 años de desierto, de aprendizaje, de más idas y vueltas con Dios, becerro de oro mediante, hasta que llegaron los Mandamientos para ver si, de una vez por todas, el pueblo entendía, de manera básica, 10 puntos que Dios consideraba importantes para que supieran de memoria. 


En el medio del pueblo que veía con esperanza la tierra prometida, estaban los ansiosos que nunca faltan, que pretendían llegar a la tierra que fluye leche y miel de la noche a la mañana, vociferando contra Moisés: "¡Al menos en Egipto teníamos la comida y un lugar donde dormir, en cambio aquí nos llenamos de arena y estamos cansados del maná y las codornices!" (Éxodo 16:3). Angustia, desazón, preocupaciones, sufrimiento, muerte... todo eso sucedió en el desierto. Pero el mensaje había sido claro: vamos a llegar a la tierra prometida, donde fluye leche y miel. Se van a acabar las codornices y el maná "de arriba", ahora van a poder trabajar la tierra para producir la leche y la miel (¿o creían que era magia?). El relato bíblico cierra este episodio contando que, de quienes habían salido de la cautividad en Egipto, sólo Josué y Caleb entraron a la tierra prometida, junto a la nueva generación que había nacido en el desierto. 


Para evitar cualquier tipo de suspicacias que desvíen la atención sobre el verdadero sentido de este escrito... No estoy poniendo a Milei como un Moisés contemporáneo ni mucho menos comparar la libertad que el patriarca hebreo les prometió al pueblo de Israel con "las ideas de la libertad" que promulga el primer mandatario argentino. No es la idea exaltar a la persona, sino que el foco de atención está puesto en la sociedad, y especialmente en la iglesia, la cual debiera tener en claro que toda acción tiene consecuencia, que el sufrimiento es transitorio pero necesario para llegar al tiempo de bienestar, por más que los filósofos de este tiempo nos digan que "es falso, y que nunca pasó". 


Está en nosotros ser como el pueblo de Israel, que pretendía la solución a sus problemas con inmediatez ante la amenaza de que "mejor es como estábamos antes", o como Josué y Caleb, quienes entendieron que ese peregrinar en el desierto era parte del proceso que los depositaría en la tierra prometida. 


"Sufrir para después gozar", es parte de lo que Jesús nos aseguró. Desestimar esta premisa es cuestionar sus enseñanzas. ¿Estamos seguros de querer ponernos en esa posición?

sábado, 6 de enero de 2024

Videos que me gustan - Parte 1: "Take me home" (John Schlitt)



Tal vez se trata de una de las voces más privilegiadas del rock cristiano. John Schlitt nos ha regalado trabajos como solistas que bien pueden catalogarse como esenciales si uno debiera hacer una lista de álbumes de rock. 

Ya desde "Shake" (1994), John nos viene sorprendiendo con notables discos, como "Unfit for Swine" (1996) o "The Graftin" (2008). También se despachó con un álbum navideño en 2013 y varios sencillos en la era digital, donde la prioridad estaba en grabar canciones y, consecuentemente, sus versiones en videoclip.

Tal el caso de "Take me home", una suerte de versión moderna de la parábola del hijo pródigo y de "Rapido y Furioso". Imagínense esos condimentos acompañados por el rock duro en la voz del legendario John.

Aquí va la primera de una serie de entregas sin orden de preferencias, sobre canciones que me gustan, una de las secciones más subjetivas que van a leer en estos tiempos.



jueves, 21 de diciembre de 2023

Sólo una tonta frase de Francella


Está bueno ser apasionado por lo que hacemos, en todo ámbito de nuestras vidas. Pero ¿puede la pasión estar por sobre la razón?

Hay una inclinación que tenemos los seres humanos de tomar una frase escuchada por ahí y convertirla en un dogma. Aunque no sean más que frases dichas en un contexto determinado. A veces son frases banales, pero, como nos hacen sentir identificados, la tomamos cual Biblia y la aplicamos a todos los aspectos de nuestra vida.

Podríamos enumerar y hacer un compendio de frases de películas, o de algún escritor, o filósofo, o actor, incluso de algún teólogo reconocido de hoy o de hace siglos. Tal vez, alguna frase de facebook atribuida a Morgan Freeman o Abraham Lincoln. Pero no dejan de ser eso: frases humanas, palabras dichas por una persona en un dejo de ¿lucidez? Y a veces, frases carentes de cualquier sustento serio. Incluso de teólogos históricos, de esos a quienes catalogamos como si fuesen el quinto evangelio.

Pero hay una en la que me quiero detener, porque se usa para justificar todo en nombre de "la pasión". Es célebre el personaje secundario de Guillermo Francella en la famosa película "El secreto de sus ojos" y quedó en la memoria colectiva aquél breve monólogo que dice, más o menos así: "Un hombre puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de pasión".

Por definición, "pasión" es "un sentimiento capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón". Y como sinónimos, encontramos que "pasión" también es "padecimiento, sufrimiento, vehemencia", todos términos que conllevan rasgos negativos. La pasión hace que suframos cuando nuestro equipo pierde un partido de fútbol. ¿Se justifica? La pasión hace que nos comportemos con vehemencia cuando discutimos de política y defendemos los colores con los que nos identificamos. ¿Se justifica? La pasión despierta, en muchos casos, lo peor de nosotros a la hora de defender alguna postura. ¿Acaso quiero decir que no hay que ser apasionado? De ninguna manera. Sólo que esa pasión no debiera nublarnos la razón.

En nombre de "la pasión", hay personas que intentan justificar cualquier tipo de comportamiento cuestionable. He visto padres que declaran ante un juez no tener recursos para pasar la mantención de sus hijos y de su ex, pero jamás faltan al partido del club de sus amores. "Puedo cambiar de familia, pero no de pasión". También personas cuya pasión por la política les hace cometer desatinos como votar candidatos que van en contra de los valores con que fueron criados o, peor aun, contra la fe que profesan. Y por esa causa son capaces de pelear y distanciarse de sus propias familias y seres queridos... y hasta de Dios. "Puedo cambiar de religión o de Dios, pero no puedo cambiar la pasión".

"Pasión", le dicen. "¡Lo dijo Francella, loco!" Pero, no es sólo más que eso, una tonta frase cinematográfica de Francella. ¿En serio podemos tomar una frase de película como guía para nuestras vidas?

viernes, 17 de noviembre de 2023

Las palabras se amortizan. Lo de "fracasado" necesita revisionarse



Van a tener que inventar un nuevo adjetivo. Lo de "fracasado", está desgastado, es precario.


Como buen hijo de maestra, contra Argentina sacó su lado más pedagógico. Exprimió su saber al máximo, para transmitirle a sus dirigidos una forma de jugar. Es cierto, sus alumnos ya contaban con esa característica: la garra. Pero con su sapaciencia (un neologismo entre sapiencia, paciencia y ciencia), impregnó a la celeste.


Primero le tocó a Brasil, ahora, a Argentina. Muchos recordarán el planteo versus Manchester United cuando estaba al mando del Athletic de Bilbao. Es su sello; frente a un rival teóricamente superior, él, lo disminuye. 


No se trata de abundarlo de elogios, sabemos que él se alejaría de ellos, porque riegan la parte más perversa del ser humano, sino, poner sobre la mesa, la capacidad cognitiva y emocional de este ser humano.


Arrastra el fantasma del fracaso del 2002, y cuanta oportunidad que hay, siempre algún personaje rebana alguna porción de su propia carne. No nos vamos a engañar; a todos nos hubiera gustado proyectar más allá de Suecia. Era nuestro deseo patrio futbolístico. Pero gracias a Dios, el fútbol enseña y corrige a los detractores, y si no, siempre hay un loco para voltear hechos del pasado.


Primero fue el abrazo a Aimar, el reconocimiento a Scaloni y, por último, el reconocimiento de nuestro Lio al loco. Que más necesita un entrenador, para ser reconocido por los campeones mundiales actuales. La emoción hacía brillar sus ojos, aunque se defina como un hombre preservado. 


Gracias loco, por no abandonar una escuela de trabajo, una filosofía de juego y una manera de vivir el fútbol. Uno juega como vive y necesita jerarquizar virtudes, como bien lo has mencionado en conferencias. En las eliminatorias, tus virtudes están a la vista. Hay que ser un poco prudente para observarlas, antes de abalanzarse con el "fracasado".


La nobleza de los recursos utilizados. La coherencia de la ética con la que impregnas la vida. La pasión barnizada con tanta cordura. Gran enseñanza disponible para un padre, hacia sus hijos. Pedagogía a prueba de todo. Que, en el recorrido hacia el éxito, brille todo el proceso de eliminatorias para brindarte el reconocimiento que representa tu persona en lo integridad de las cosas. Todo se equilibra al final.


Felipe Pezzarini

lunes, 13 de noviembre de 2023

Se solicitan Danieles y Josés



La historia de Israel transitó por libertades y cautiverios. Pero en medio de la zozobra de estar bajo el yugo de imperios que se oponían a Dios, surgieron figuras que lograron influenciar al poder de turno, logrando bienestar para la población. Fue José en tiempos de Faraón y fue también Daniel en los tiempos de Nabucodonosor, quienes regalaron una profunda enseñanza acerca del rol de los hijos de Dios en el mundo de la política. La Argentina de hoy, con un panorama político sombrío, necesita más que nunca de personas con principios y valores tradicionales que puedan recuperar el rumbo de un país signado por la corrupción de la clase dirigente. ¿Veremos, en este tiempo, a los Danieles y los Josés que puedan recuperar la credibilidad de la política?


Luego del paupérrimo debate de anoche, quedó al descubierto que Argentina está entre la espada y la pared. Como sucede desde hace varios comicios a esta parte, el electorado se verá en la encrucijada de elegir lo menos malo. Las mezquindades y las miserias de una oposición dividida tienen mucho que ver en esa encrucijada. Porque terminó fortaleciendo a un régimen que ha dañado seriamente al país, y no hablamos sólo de la economía. Así las cosas, el votante argentino tendrá que elegir entre dar un salto al vacío, a las propuestas de un candidato que es una bomba de tiempo, o repetir la receta que nos ha llevado de fracaso en fracaso y que puede hacernos retroceder otros cuatro años... o más.


El panorama es oscuro, sin dudas. La Argentina transita por uno de los momentos más preocupantes de su historia. La inflación acuciante, la falta de trabajo, la inseguridad que hace que tengamos que mirar con cuatro ojos cada vez que salimos de casa, o la educación que cayó a niveles impensados y que en los últimos años convirtió a las escuelas públicas en comedores infantiles, son las consecuencias de un sistema corrupto que se fue afianzando con los años. Lo grave es que como sociedad hemos dejado que estas crisis vayan en aumento. ¿Cómo? Dejando en manos de los de siempre la solución a los problemas que ellos mismos crearon. Ergo: nosotros también tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Esa triste máxima tan argentina de "preferible malo conocido que bueno por conocer" nos ha depositado en el lugar en el que estamos actualmente.


La inacción y la falta de participación en la vida política del grueso de la población hizo que, a lo largo de décadas, sólo un grupo de personas que se autoperciben como "elegidos" fueran los que comandaron los destinos de la Nación. El paso del tiempo hizo que nos convenciéramos de que ellos y sólo ellos -y posteriormente, sus hijos- son los que están habilitados para hacerlo, y terminamos convirtiéndonos en sus esclavos. Nos han hecho cautivos a partir de nuestra propia cobardía de ejercer el verdadero poder, el de poner y sacar gobernantes a partir de nuestro voto. Este grupo de elegidos (algunos lo llaman "casta"), ha sabido aprovechar esta zona de confort en la que hemos optado estar por años, y de alguna manera nos ha convencido de que, efectivamente, son los únicos que pueden gobernar y que nosotros sólo tenemos que estar subyugados a sus preceptos con la excusa de que "nos cuidan y quieren lo mejor para nosotros". Prevalece esa idea del estado paternalista que aprovecha nuestra comodidad para adueñarse de nuestras vidas y voluntades.


Siempre es útil recurrir a la historia del pueblo de Israel para comprender lo que es vivir libre y vivir en esclavitud. A pesar de ser llamado "el pueblo de Dios", Israel tenía ese no sé qué, que lo hacía sucumbir al punto tal de pasar décadas y siglos en manos de sus opresores. Y en algún punto, hasta se acostumbraban tanto a vivir en cautiverio que cuando les tocaba ser libres, muchos querían volver a la "seguridad" del techo y la comida, aunque eso signifique ceder la propia dignidad y rifar el futuro de su descendencia. La historia de la liberación de Israel a manos de Moisés es una clara muestra de ello. Generaciones enteras que lo único que conocieron era vivir bajo un Estado que le garantizaba comer y dormir, a cambio de engrandecer, con su trabajo esclavo, un reino al que no pertenecían ni iban a pertenecer jamás. Pero cuando les tocó saborear la libertad, pagando como costo las dificultades de la vida en el desierto durante el 10% del tiempo que estuvieron en esclavitud, renegaban queriendo volver a su vida anterior.


El panorama político y social de la Argentina nos permite hacer una analogía perfecta con la historia del pueblo de Israel. Un pueblo que, a pesar de tener el privilegio de ser llamado el pueblo de Dios, a causa de sus múltiples torpezas a la hora de elegir, caía en cautiverio. Sus años bajo el cautiverio de Egipto a manos de los faraones, y el tiempo de esclavitud a merced de los babilónicos, con Nabucodonosor como actor principal de la tiranía en aquellos días, nos ofrecen algunos matices dignos de destacar y que pueden marcarnos el rumbo para la Argentina que queremos.


El cautiverio en Egipto no se dio de la noche a la mañana. Es conocida la historia previa, en la que el Imperio Egipcio tuvo que afrontar una situación inusual, como aquella gran sequía profetizada por José, un joven hebreo que había sido vendido como esclavo a Faraón. Ante la desesperante situación que iba a sobrevenir en la región, el Emperador tuvo que recurrir a la sabiduría de un hijo de Dios para saber cómo iba a hacerle frente a ese duro período. José se erigió, en consecuencia, como la solución al gran problema y los años posteriores fueron de bonanza, para el imperio y sus alrededores, que también pudieron aprovechar los efectos colaterales de la sabia decisión de José.


Siglos más tarde ocurrió algo similar. El pueblo de Israel cayó nuevamente en cautiverio, esta vez en manos de los babilónicos. Y el rey Nabucodonosor como el principal instigador, capaz de echar al horno de fuego a quienes se atrevieran a no adorar su estatua. Conocemos la historia, con Sadrac, Mesac y Abednego paseándose por el fuego como si estuvieran en el parque, hasta la aparición de Daniel, quien tendría un rol relevante en la política babilónica luego de otro frustrado intento por callar su voz e invisibilizar su fe. Fue tal su relevancia que su influencia sobre quienes ostentaban el poder de turno trascendió los imperios. Llegaron los persas, con un rey bastante más permisivo, que supo trabar una relación saludable con Daniel, pero que cayó en la trampa de los sátrapas de turno para voltear al joven hebreo. Luego del episodio en la fosa de los leones, la integridad de Daniel y el favor de Dios sobre su vida capturaron la atención del emperador, quien lo ubicó en un puesto político relevante que trajo, como consecuencia, bienestar para la población.


No es la intención dar una cátedra de historia, sino de trazar algunos paralelos entre la sucesión de aciertos y desaciertos del pueblo de Dios en la antigüedad y su correlato argentino de estos tiempos. La dejadez de los ciudadanos honrados, con valores y principios, hizo que quienes ocuparan los lugares de relevancia política fueran quienes están en las antípodas de la honestidad. Yendo particularmente al ámbito de quienes profesamos la fe cristiana, vemos que hoy estamos pagando las consecuencias de haber vivido años en los que se nos inculcó que "la política es sucia y los hijos de Dios no tienen que meterse allí". Celebramos, hoy día, que haya cristianos involucrados en la política, pero lo hacemos como quien festeja el gol del descuento tras ir perdiendo por goleada. Y pensamos que con eso alcanza para transformar la nación.


Hoy, de cara al balotagge del próximo domingo, nos encontramos en la situación de tener que elegir entre Nabucodonosor y Faraón, pero eso ya pasa a un segundo plano. Hoy debemos apostar a que se levanten muchos José, Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego. Personas íntegras, que no se mimeticen con el poder de turno, pero que tengan la capacidad e idoneidad como para ocupar cargos públicos y hacer una gestión honesta y eficiente.

jueves, 19 de octubre de 2023

Tenemos los políticos que nos merecemos (18va parte, más o menos...)


Hace un tiempo, con mi comunidad de fe, nos hicimos la promesa de no maldecir a nuestro país. Frecuentemente escuchamos frases del calibre de "qué país de porquería" o cuando nos referimos a la Argentina, lo hacemos tan despectivamente que con sólo escuchar el término "este país", ya nos damos cuenta que no es para resaltar alguna de sus cualidades. Así que seguiré esa premisa de no denostar a nuestra patria, entendiendo que eso no significa dejar de alzar la voz cuando la corrupción manda. De eso también se trata esto de ser iglesia. Porque callamos mucho, porque malentendemos eso de "orar por las autoridades", como pretendiendo que eso fuera un cheque en blanco para que los gobiernos hagan lo que quieran, "pero con nuestra bendición". Y, por silencio u omisión, terminamos siendo cómplices.


Nuestro país se ve feo, pero es hermoso. Se ve pobre, pero es rico, solo que lo han empobrecido. Se ve decadente, pero en realidad aquí convergen las culturas más variadas, sólo que han aflorado con fuerza las demostraciones "artísticas y culturales" (así, bien entre comillas) más bajas que puede haber, y las hemos adoptado como propias de manera elegante. La radiografía de la Argentina actual es la de un país en guerra. Y hoy, más que nunca, cuando se están librando las más cruentas guerras en otras latitudes, compararnos con esas naciones que viven a merced de ataques armados, nos hace ver como si aquí hubiera sucedido la tercera guerra mundial.


Todos queremos un país que funcione, un país decente, un país educado, un país trabajador, un país respetuoso del prójimo, un país sano. Pero para eso, se necesita de personas que conformen una sociedad con esas características. La Argentina, como tantos países, tiene a la democracia como forma de gobierno y elige a quienes llevan los destinos de la nación. Y está claro que elegimos mal, vez tras vez, elección tras elección. De otro modo, no estaríamos así.


Ahora bien, ¿por qué están las personas que están ocupando puestos en el gobierno reiteradamente, cuando es evidente que no son idóneas para los cargos que ocupan? ¿Por qué siempre protestamos cuando vemos que los políticos se nos ríen en la cara mientras nos roban impunemente? Por otro lado, ¿qué nos hace pensar que la culpa de todo la tienen esos políticos? ¿No será que también tenemos cierto grado de responsabilidad, siendo nosotros quienes los hemos elegido?


Como bien dijo un filósofo alguna vez: "Si un corrupto está en el poder, es porque quienes lo votaron se sienten bien representados". Entonces, ¿qué estamos eligiendo? Porque si nos robamos la lapicera de la oficina, no nos quejemos cuando un político se va en yate con nuestro dinero. Si evadimos, no nos quejemos de los chocolates de la vida. Si no somos fieles a nuestras convicciones, no nos asustemos de un ministro que juega a ser candidato, que cambia camiseta política según su conveniencia y que un día va a meter en la cárcel a quien al día siguiente es la principal artífice de su campaña. Si discriminamos y no medimos a todos con la misma vara, entonces no nos rasguemos las vestiduras por la foto de Olivos y el vacunatorio VIP. Cada imagen de la corrupción en el poder político nos remite, indefectiblemente, a algún episodio cotidiano en el que nosotros somos los protagonistas o, al menos, partícipes necesarios. Entonces, ¿será que no tenemos nada que ver? ¿O, efectivamente, estamos votando a los políticos que nos representan?


Dicho esto, sólo espero que el domingo podamos hacernos un examen introspectivo y rever nuestros valores, nuestras convicciones, nuestra fe. Que podamos dilucidar qué futuro queremos para nuestros hijos y cómo queremos vivir el tiempo que nos queda. Si queremos un país serio o si queremos seguir siendo el hazmereir de un mundo que aun no entiende cómo es que estamos en pie.


"Tenemos el mejor país del mundo", decimos para autoconvencernos. Entonces, hagamos que los gobiernos que tengamos también lo sean. Pero para eso, tenemos que convertirnos en una sociedad donde un político corrupto y oportunista, ni siquiera tenga chance de ser candidato porque se dará cuenta que no va a encajar en una sociedad honesta como la que soñamos.

miércoles, 27 de septiembre de 2023

Paul Stanley y el reino del revés



“Hay una GRAN diferencia entre enseñar a aceptar y normalizar e incluso fomentar la participación en un estilo de vida que confunde a los niños pequeños para que se cuestionen su identificación sexual como si fuera una especie de juego y luego los padres, en algunos casos, lo permiten. Hay individuos que, como adultos, pueden decidir que la reasignación es su opción necesaria, pero convertir esto en un juego o que los padres lo normalicen como una especie de alternativa natural o creer que porque a un niño pequeño le gusta jugar a vestirse con la ropa de su hermana o a una niña con la de su hermano, debemos llevarles pasos más allá por un camino que está muy lejos de la inocencia de lo que están haciendo. Con muchos niños que no tienen un sentido real de la sexualidad o de las experiencias sexuales atrapados en la ‘diversión’ de usar pronombres y decir con qué se identifican, algunos adultos confunden erróneamente enseñar a aceptar con normalizar y fomentar una situación que ha sido una lucha para los verdaderos afectados y lo han convertido en una triste y peligrosa moda” (Paul Stanley en Twitter, 30 de abril de 2023).


Hace algunos meses, el cantante y guitarrista de la afamada banda KISS estuvo en la palestra por unas declaraciones que hizo. Nada de otro mundo, nada escandaloso y, de hecho, fueron palabras llenas de sentido común. Stanley hizo referencia a que no se debería confundir a los niños inculcándoles desde tan pequeños que, si lo desean, "pueden autopercibirse como personas del sexo opuesto". Pero, al célebre cantante no le alcanzaron los pergaminos para repeler la andanada de descalificaciones que sufrió en las redes sociales. 


Vivimos tiempos raros, donde decir las cosas como son, molesta. Donde es más aceptable vivir en el mundo de fantasía de quienes ponen la autopercepción por sobre la irrefutable veracidad de la biología y la ciencia. Hay como una dictadura del progresismo, en la que nos vemos obligados a respetar locuras en nombre de la tolerancia, pero cuando intentamos sostener un discurso basado en ciertas tradiciones como la familia, la moral o la fe, inexorablemente somos tildados de retrógrados, en el mejor de los casos. Ni hablar cuando se cruzan las líneas y aparecen términos como fachos, opresores o antiderechos.


El mundo del espectáculo y el de los medios de comunicación son, en algún punto, funcionales a esta marejada de desatinos de quienes quieren ver arder el mundo con sus perversiones. Seres humanos que se autoperciben animales y exigen ser tratados como tales; adultos que se autoperciben niños y no hay que cuestionarlos si quieren "jugar al doctor" con una nena en edad de preescolar; hombres que se autoperciben mujeres e invaden su territorio, como el deporte femenino, donde claramente ganan cualquier competencia por escándalo y hoy, es un problema complicado de resolver porque ya abrieron la puerta a la posibilidad de que un hombre (que morirá siendo hombre por más hormonas que se ponga) pulverice en un día todos los récords que las mujeres fueron construyendo a lo largo de 100 años. 


¿Estamos seguros de que ese es el mundo en el que queremos vivir? ¿Somos conscientes del grado de delirio al que nos expone un grupo de trasnochados que, de alguna manera, se las ingenió para que los medios de comunicación sean serviles a sus depravaciones? 


Yendo al famoso posteo de Paul Stanley, apoyado, de alguna forma, por Dee Snyder (integrante de Twisted Sister, otra banda de la época), es notable como el hecho de que dos rockeros, en su madurez han sabido reflexionar seriamente al respecto de toda esta locura, sean víctimas de la cultura de la cancelación y vistos como "transfóbicos". ¡Por Dios! ¡Dejen de inventar palabras y darles un significado cuando no lo tienen! Ya por definición, la palabra "fobia" es el temor por algo inexistente. Entonces, un supuesto "transfóbico", es alguien que le teme a algo que, realmente, no existe. Es tan básico el pensamiento de estas hordas que ni siquiera comprenden los términos que ellas mismas quieren instalar e imponer a personas con sentido común.


Volviendo al enunciado del cantante de KISS, ¿acaso dijo algo que no fuera cierto cuando se refirió a la confusión que crea en los niños esta loca idea de hacerles creer que a los 3 o 4 años pueden autopercibirse lo que ellos quieran, cuando es sabido que es la edad crucial en la que desarrollan su identidad? Entonces, en lugar de acompañarlos, guiarlos y enseñarles que la naturaleza los hizo nenes o nenas, prefieren apabullar su inocencia llevando a muchos de ellos a mutilarse a temprana edad solo por dejarse llevar por esta irracionalidad. 


Está todo tan dado vuelta que, para manejar, abrir una cuenta bancaria o votar, hay que esperar a los 16 o 17 años porque se supone que aún no se tiene la madurez para hacer estas cosas a más temprana edad. Pero con 4 años, sí, es posible que pidan un cambio de sexo, con 12 años sí, es posible que un varón que se autopercibe mujer compita con niñas de su edad, o con 15 años sí, es posible ir a abortar sin consentimiento de sus padres. 


¿Ese mundo quieren? Yo no. Y afortunadamente somos muchos los que tenemos bastante de aquellos valores con los que fuimos criados, respetando los designios de la naturaleza, protegiendo la integridad de los más vulnerables y, en algunos casos, guiándonos por una fe que, por alocada que parezca, se apoya en la coherencia, en el respeto por el otro y en el sentido común. Sin avasallar a nadie con una ideología que no quieran compartir y sin imponer una fe al que no la pretenda o quiera creer en cualquier otra cosa.