jueves, 21 de diciembre de 2023

Sólo una tonta frase de Francella


Está bueno ser apasionado por lo que hacemos, en todo ámbito de nuestras vidas. Pero ¿puede la pasión estar por sobre la razón?

Hay una inclinación que tenemos los seres humanos de tomar una frase escuchada por ahí y convertirla en un dogma. Aunque no sean más que frases dichas en un contexto determinado. A veces son frases banales, pero, como nos hacen sentir identificados, la tomamos cual Biblia y la aplicamos a todos los aspectos de nuestra vida.

Podríamos enumerar y hacer un compendio de frases de películas, o de algún escritor, o filósofo, o actor, incluso de algún teólogo reconocido de hoy o de hace siglos. Tal vez, alguna frase de facebook atribuida a Morgan Freeman o Abraham Lincoln. Pero no dejan de ser eso: frases humanas, palabras dichas por una persona en un dejo de ¿lucidez? Y a veces, frases carentes de cualquier sustento serio. Incluso de teólogos históricos, de esos a quienes catalogamos como si fuesen el quinto evangelio.

Pero hay una en la que me quiero detener, porque se usa para justificar todo en nombre de "la pasión". Es célebre el personaje secundario de Guillermo Francella en la famosa película "El secreto de sus ojos" y quedó en la memoria colectiva aquél breve monólogo que dice, más o menos así: "Un hombre puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de pasión".

Por definición, "pasión" es "un sentimiento capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón". Y como sinónimos, encontramos que "pasión" también es "padecimiento, sufrimiento, vehemencia", todos términos que conllevan rasgos negativos. La pasión hace que suframos cuando nuestro equipo pierde un partido de fútbol. ¿Se justifica? La pasión hace que nos comportemos con vehemencia cuando discutimos de política y defendemos los colores con los que nos identificamos. ¿Se justifica? La pasión despierta, en muchos casos, lo peor de nosotros a la hora de defender alguna postura. ¿Acaso quiero decir que no hay que ser apasionado? De ninguna manera. Sólo que esa pasión no debiera nublarnos la razón.

En nombre de "la pasión", hay personas que intentan justificar cualquier tipo de comportamiento cuestionable. He visto padres que declaran ante un juez no tener recursos para pasar la mantención de sus hijos y de su ex, pero jamás faltan al partido del club de sus amores. "Puedo cambiar de familia, pero no de pasión". También personas cuya pasión por la política les hace cometer desatinos como votar candidatos que van en contra de los valores con que fueron criados o, peor aun, contra la fe que profesan. Y por esa causa son capaces de pelear y distanciarse de sus propias familias y seres queridos... y hasta de Dios. "Puedo cambiar de religión o de Dios, pero no puedo cambiar la pasión".

"Pasión", le dicen. "¡Lo dijo Francella, loco!" Pero, no es sólo más que eso, una tonta frase cinematográfica de Francella. ¿En serio podemos tomar una frase de película como guía para nuestras vidas?

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