¿Qué traté de hacer con este breve escrito? Nada fuera de lo común, lo que cualquier cristiano quiere hacer en tiempos donde se busca complejizar la fe: simplificarla. Por eso, mediante un lenguaje cotidiano, busqué recrear cuatro escenas de la vida de Jesús de manera tal que brille tanto su sencillez como el poder de su mensaje. Espero puedan disfrutar estas historias y compartirlas a quienes aún no conocen al Señor.
Prólogo
"Tres años es poco tiempo para ejercer una misión como, por ejemplo, la de salvar al mundo".
Un carpintero muy particular, un hábitat extraordinario. Narraciones históricas de manera concisa exponen la cotidianidad y cometido del Maestro en su tramo en la tierra.
Diversas posturas revelan con humanidad, esencia y transparencia el corazón dispuesto de Jesús, así también su vivir, influyendo a quienes lo siguen.
El caminar del Verbo hecho carne y sus días en la tierra se ven envueltos en situaciones donde la fe alrededor es puesta a prueba repetidamente. Nuestro narrador, analizando cada una de estas condiciones que atraviesan al Maestro y su valor, siempre hace relucir este hecho: un porte humilde y empático puede vencer, por mucho, cada una de ellas.
Camila Zoe Zotelo
Capítulo 1
MI PRIMO EL MAESTRO
En aquellos años, no a cualquiera se lo llamaba "Maestro". Sólo se reconocía como tales a aquellas personas con probada experiencia en el campo de la teología. Claro que la palabra "teología" no existía en ese entonces, sino que fue creada tiempo después para significar a la ciencia que estudia a Dios y todo lo relacionado con Él. En otras palabras, el Maestro, en la Biblia, era aquél que tenía conocimiento, relación y, en consecuencia, autoridad para hablar de Dios a otros.
Por lo tanto, que a Jesús lo llamaran Maestro era una obviedad. Pero ¿cuáles eran sus pergaminos? Si durante 30 años estuvo fuera del radar de los fariseos, ¿cómo es que de la noche a la mañana todos lo reconocían y empezaban a hablar de él?
Sucede que tenía un primo llamado Juan, con una gran facilidad para convencer a las personas. Un tanto hosco, por cierto, y a veces problemático con las autoridades. Pero resultó ser un gran manager, al punto tal que en lugar de ir él al centro de la ciudad a predicar, la gente iba donde él estaba, en el medio de la nada, para escucharlo hablar de un primo que, según él mismo decía, iba a hacer su aparición con milagros y con bautismo de fuego. ¡Wow! No sé qué habrá pensado la gente cuando Juan decía eso, pero quedaba claro que le creían y accedían a un ritual hasta entonces desconocido, que consistía en sumergirse en el agua por unos segundos y salir a flote nuevamente. Bautismo, le decían, y de ahí es que lo apodaron "Juan el Bautista". Algo especial tenía este hombre para que la gente hiciera lo que le pedía.
Pero, volviendo al Maestro, un día, como si nada, se le aparece mientras la gente se estaba bautizando e hizo la fila como cualquier hijo de vecino. Cuando le toca el turno, Juan se sorprende y le pide que lo bautice a él. Evidentemente no se habían puesto de acuerdo cómo iba a ser el protocolo, ya que Jesús le dice: "Primo, vos me tendrías que bautizar a mí, así doy el ejemplo". Juan, que no le terminaba de entender, le retruca: "¡No! Vos a mí", casi con un tono desafiante. Jesús, con pasividad, casi con un gesto de resignación, agacha su cabeza en 45 grados, choca las yemas de los dedos de su mano derecha con los de su izquierda y vuelve a recalcarle: "A ver, Juan, vamos a organizarnos un poco. Mañana empiezo mi ministerio así que hoy necesito estar bautizado". Casi como excusándose, Juan levantó a medias ambas manos como diciendo: "Ok, ok, vos sos el que manda", y lo bautizó.
Así comenzó la epopeya de este Maestro, cuyo currículum decía: "Nacido en un establo en Belén en el -4 (¿?). Exiliado en Egipto a los dos años. Cuando niño, se le escapaba frecuentemente a la madre para estar en la sinagoga. Fue carpintero como su padre".
Hay que reconocerlo: Juan hizo un gran trabajo de promoción. De repente, todo el mundo hablaba del Maestro.
Capítulo 2
NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA
El carpintero andaba por el pueblo que lo vio nacer junto a sus 12 amigos. No había hecho gran cosa allí porque la gente mucho no le creía. De ahí la famosa frase "Nadie es profeta sino en su propia tierra". Así que continuó su recorrida por otras regiones.
Venía de tener algunos episodios fuertes, como haber tenido que alimentar a 20 mil personas, más o menos, con cinco pequeños panes y dos pescados. También se le embraveció el mar una noche y tuvo que recurrir a sus influencias para que se calmara. Y hasta recibió la mala noticia de que a su primo le habían cortado la cabeza por pedido de una nena caprichosa y la flojera de un gobernante que era un mamarracho.
En fin, cuando se dedicó a descansar un rato, lo cruzaron por el camino unos religiosos que, como estaban al divino botón, sólo buscaban hacerle pisar el palito al hombre de Galilea, emboscándolo con pasajes de las Escrituras sacados de contexto. A esta altura, con el trajín de andar haciéndole el bien a la gente por cuanta ciudad pisaba, el Hombre ya estaba un poco con los niveles de paciencia en rojo, así como cuando el celular se pone en 20% y bajando.
Así que no tuvo mejor idea que confrontarlos con su propia hipocresía, un poco como para que se desmadre todo, y les dijo: "Lo que entra por la boca no es lo que contamina a las personas, sino lo que sale, porque en realidad, sale del corazón. Y eso es lo que contamina a la gente".
¡Para qué! Enseguida sus amigos, que estaban entremezclados con estos "fiscales del universo", escucharon como se hablaban en secreto y enseguida le dijeron a su líder: "Jefe, parece que a esos viejos no les gustó nada lo que dijiste y andan ofendidos". A lo que su líder, aun fastidiado por la situación, les dijo: "Déjenlos. No les den calce. Son ciegos que pretenden guiar a otros ciegos y lamentablemente, quienes los escuchen y los sigan, van a caer con ellos".
Capítulo 3
LAS MATEMÁTICAS DE DIOS
Cae la noche y una vez más... el Maestro estaba cansado después de un día más de trajín ministerial. Si tres años es poco tiempo para ejercer una misión como, por ejemplo, la de salvar al mundo, imagínense en una época en la que no existía la tecnología, los medios de comunicación ni las redes sociales. La única red que tenía Jesús a mano era la que usaba para salir a pescar con sus discípulos.
Lo cierto es que el joven de barba tupida venía de una gira por la glamorosa Jerusalén, donde había tenido una de sus tantas agarradas con los religiosos que ardían de rabia porque no les salía una bien. Y en su regreso por el mar de Galilea, hizo un par de paradas por Decápolis, donde sanó a un sordomudo. Luego de eso, le recomendó que no dijera nada a nadie. Es probable que Jesús no haya estado demasiado lúcido cuando le pidió eso porque... ¿qué sordomudo se va a quedar callado luego de haber sido sanado milagrosamente? En el fondo, pienso.. ¡fue una estrategia! Seguro que le dijo que no le contara a nadie para producir el efecto adverso. ¡Habrá sido eso!
Una jornada de varios sermones le espera en este tramo del tour. Y no iba solo, porque detrás de los 12 guardaespaldas, había unas 5000 familias que lo venían siguiendo hacía como tres días.
En eso, Jesús muestra su lado fuerte, pero también su costado menos hábil, el de las matemáticas. Está comprobado que el Señor podía hacer milagros, liberar a la gente atormentada, sanar enfermos terminales y hasta resucitar muertos, pero... no le pidan que haga cuentas porque jamás lo entenderíamos.
El lado fuerte de Jesús, por supuesto, estaba emparentado con el amor, la misericordia, la empatía... "tengo misericordia de esta gente que hace tres días que nos sigue", dijo Jesús a sus discípulos, utilizando esa palabra, "misericordia". Hasta ahí, todo bien. Es el Jesús que todos conocemos y eran lógicas sus palabras. Así que sus discípulos empezaron a organizar la desconcentración. "Muchachos, ya es tarde, el Maestro está cansado así que, vayan moviéndose", habría dicho Pedro, siempre preocupado porque Jesús estuviese cómodo.
Como la gente seguía ahí, ante el intento de Pedro de sacar su espada para ser un poco más... persuasivo, aparece en acción Judas, con su labia para intentar convencerlos. "Ciudadanos, estamos en vísperas de una revolución y necesitamos que nuestro líder esté bien descansado para mañana", le habría dicho a la gente cual político en campaña. Algunos se miraron como comprendiendo la situación y se estaban parando como para hacer la retirada.
Entonces Jesús interrumpe todos los planes y les dice a sus discípulos que les den de comer. Los 12 se miraron esperando la carcajada del Maestro para corroborar que estaba bromeando. Pero no. Reiteró el pedido y Tomás, siempre realista, le dice: "No hay ni un supermercado chino abierto en todo Jerusalén. ¿Dónde vamos a comprar a esta hora?"
Tímidamente, Juan viene con un niño de la escuela bíblica, que tenía la viandita que le había preparado su mamá por si acaso le agarraba hambre. Le muestra la bolsita y había 5 panes y 2 peces. "¡Buenísimo!", dijo Jesús, mirando a los suyos como buscando respaldo a su idea de alimentar a la multitud con la comida de un niño.
Mateo, el más sapiente de todos, con su mirada puesta en la pantalla de su ábaco (no había calculadoras en ese entonces) trata de enseñarle al Maestro que las cuentas no daban. "Maestro, son 5 panes para 5000 familias. No nos dan los números".
La noche estaba avanzada, y Jesús estaba cansado como para ponerse a explicarle a sus discípulos así que, dio gracias a Dios por las 7 porciones que allí tenía y le dijo a la gente: "Siéntense que ahora pasan los mozos". Y así fue que todos comieron, se saciaron y, paradójicamente, con la comida que sobró, llenaron 12 canastas.
La gente se fue y Jesús, antes de irse a dormir, habrá pensado: "¿Querían matemáticas humanas? Ahí tienen, una canasta para cada uno. No me molesten mientras duermo".
Capítulo 4
HOY ES UN BUEN DÍA PARA HACER UN MILAGRITO
Al parecer, un grupete de religiosos pícaros tenían como misión en la vida hacer que el carpintero caiga en alguna de sus trampas cargadas de una falsa moralina. Pero el joven nacido hace casi 32 años ya la tenía clara. Como dicen en el barrio: "cuando vos vas, yo voy y vengo". Bueno, algo así pasaba en aquel tiempo en que estos buenos para nada perseguían al Maestro para ver si lo pescaban in fraganti.
¿Se imaginan los posteos cazademonios en facebook que harían acusando al pobre Cristo por transgredir la sana doctrina curando a un enfermo terminal durante la hora del culto, y encima hacerlo sin usar corbata? Menos mal que en esa época las únicas redes que había eran la que usaban para pescar. Aun así, los payasos de túnicas se las ingeniaban para hacerle perder la paciencia hasta al mismísimo predicador que recomendaba actuar con mansedumbre.
En fin, hay que entenderlo, también era hombre y tenía emociones. Lo que sí es seguro, es que jamás pecó, pero me hubiera gustado ser mosca para presenciar algunos episodios donde ponía en práctica eso de que "el celo de tu casa me consume". ¡Y vaya si lo ha hecho al punto de sacar a palazos a los que estafaban en el templo!
Pero, bueno, no sé si alguna vez lo enseñó, pero imagino que habrá sido de los primeros en contar hasta diez antes de explotar y, como lo hacía en algunas ocasiones, tiraba alguna perlita que hacía enfadar hasta el último religioso.
Se ve que en esta vuelta lo engancharon apurado cuando se le acercó un pobre hombre con dificultades para caminar, y que siempre llegaba tarde al estanque de los milagros. Se acercó a Mateo, que era el más organizadito de todos sus seguidores y le preguntó qué día era. El ex publicano miró la agenda, y le dijo:
-"Esta noche tenés que predicar en la playa del otro lado del mar de Galilea, a las 20 horas". -"Sí, ya sé", le respondió el Maestro, "pero, decime qué día es hoy".
-"¡Ah! Es sábado".
-"Ok, hoy es un buen día para hacer un milagrito". Así que miró al hombre y casi sin mediar otra palabra le dijo: "Agarrá tu bolsa de dormir y andá con tus amigos".
Epílogo
Pensé que cuatro historias eran pocas para convertirlas en un libro. Así que estuve bastante tiempo pensando en otros sucesos en los que Jesús hiciera gala de su esplendor para bajarlos en simples palabras. Pero, debo confesar, la inspiración forzada, no es inspiración. Estas cuatro historias llegaron en determinados momentos de mi vida en los que no me propuse escribirlas. Y el efecto contrario se produjo cuando me disponía a "crear" historias para hacer más extensa esta obra. La inspiración nunca llegó, pero prefiero creer que Dios dijo: "Hasta aquí". Dicho y hecho, es hasta aquí.