martes, 31 de diciembre de 2024

Orfandad periodística


Se me ocurrió lo de la orfandad periodística como título de este breve escrito porque hay como una sensación de que tras la muerte de Jorge Lanata, no hay quien siga sus pasos. Y no por falta de periodistas comprometidos con la búsqueda de la verdad, sino por todo el conglomerado de adjetivos de los cuales Lanata era destinatario.

A veces, lo mejor es esperar a que pase un rato luego de la muerte de una persona significativa, para referirse públicamente a ella. Por eso, tras la muerte de Jorge Lanata, y luego de ver el impacto inicial que produjo su deceso, me propuse escribir desde mi óptica y desde mi deseo de tener en la Argentina un periodismo comprometido con la verdad, a pesar del poder de turno.


En el desfile de colegas que pasaron por los distintos canales evocando la figura y carrera de Jorge Lanata, hubo varios términos que se repitieron constantemente: transgresor, innovador, disruptivo, excéntrico, preguntador serial, hasta se lo denominó fundador de una manera de hacer periodismo. Términos válidos todos ellos, que convergieron en su trayectoria profesional. Y en el mar de periodistas que inunda las pantallas, el éter, el papel y la web, se ven muchas de estas cualidades, pero no todas juntas en uno solo. Eso fue lo que lo distinguió a Lanata, y por eso se lo considera el número 1 del periodismo. Le pese a quien le pese. Incluso sus detractores tuvieron que parar la pelota y, en un dejo de sinceridad, reconocer lo que el fundador de Página/12 (que hoy, tristemente, apenas si lo mencionó en la oreja de tapa y sin siquiera poner una fotito) significó para el ejercicio de esta noble profesión.

Uno puede estar en desacuerdo con algunas cosas que pasan más por ciertas cuestiones filosóficas respecto a la vida, pero eso no invalida el enorme trabajo que un tipo como Lanata hizo para crear conciencia en los argentinos sobre la realidad a la que nos íbamos a chocar si seguíamos por el rumbo propuesto por la infamia que ocupó el poder durante tres de las últimas cuatro décadas. 

Lanata fue casi el que originó el término "grieta", cuando mirábamos perplejos esta batalla cultural que se daba entre quienes vivían el espejismo del populismo y quienes entendían el país en otros términos. 

Lanata fue el primero que advirtió que la Argentina podía convertirse en Venezuela, aun cuando la mayoría del país seguía viviendo su luna de miel con el kirchnerismo. 

Lanata fue el que se animó a hacerle frente al régimen K denunciándolo con todo en contra. Pero no toda la gesta de Lanata fue en la era K, que es lo más fresco que tenemos en la memoria. Carlos Saúl también fue destinatario de palizas periodísticas que hasta llegaron a incomodar al Rey de Anillaco. 

Si hay que hablar de épica periodística, no se puede pasar de largo sin mencionar a Jorge Lanata y ese sinfín de investigaciones osadas y atrevidas entrevistas, que lo hacían ver como un abanderado, como el tipo que en la tele decía todo lo que hubiésemos querido decir nosotros.

Se habla mucho de legado, de la huella, de aquello que dejó Lanata con su ejemplo, etc. Pero la gran duda que queda en muchísima gente es si ese legado va a perdurar en el nuevo periodismo, en la sangre nueva que hay detrás de un micrófono, de una compu o delante de una cámara. O si va a sucumbir ante la tentación de hacer lo políticamente correcto. O peor, si la tentación vendrá envuelta en un sobre. Lo veremos con el tiempo. 

Por lo pronto, a quienes estamos en el mismo oficio, nos queda honrar la memoria de un tipo como Jorge Lanata, imitándolo, aunque sea un poco. Preguntando, dejando que la curiosidad nos invada; preguntando, aunque incomode a algunos; preguntando, aunque nos pongan una pared o nos cierren una puerta; preguntando, aunque la primera respuesta sea un "no"; preguntando, aunque nos digan que nos dediquemos a otra cosa.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Asbury: ¿Avivamiento o impacto aislado?



Por Damián Sileo

Hace poco más de un año y medio se hablaba de la Universidad de Asbury como el foco de un nuevo avivamiento, a partir de una gesta de oración y adoración que insumió varios días ininterrumpidos. Esto se replicó en otras universidades y dejó de pasar inadvertido para el pueblo cristiano que, enseguida, salió a pronunciarse a través de las redes sociales. Es maravilloso ver que cientos o miles de personas estén en continuado orando y adorando a Dios, por supuesto. Algo así no se ve todos los días y uno sospecha que eso debiera dejar una huella. Pero… ¿se trató realmente de un avivamiento?

Creo que deberíamos detenernos en lo relevante de cada manifestación espiritual y no sacar conclusiones de antemano. Pero para eso, algo imprescindible es saber qué es un avivamiento, para qué sirve y cuál es el real impacto que éste genera en la sociedad.

Por empezar, el término “avivamiento” ni siquiera es bíblico. Al menos, como vocablo que pretenda significar algún tipo de movimiento o manifestación del Espíritu Santo. Es un mero término teológico implementado luego de que sucedieran a lo largo de la historia de la iglesia, experiencias espirituales que desembocaron en impactos duraderos en la sociedad.

Tal vez se pudiera considerar como el primer avivamiento aquél episodio narrado en el capítulo 2 del libro de los Hechos, cuando tras la predicación de Pedro, el Espíritu Santo se mostró de manera inédita, derramándose como lenguas de fuego sobre la gente, que comenzaba a hablar idiomas desconocidos y como resultado, se convirtieron más de 3000 personas. A partir de allí, la iglesia primitiva se expandió de manera tal que ni siquiera las peores persecuciones de los más sanguinarios emperadores romanos pudo detenerla. A mayor persecución, mayor crecimiento de la iglesia, que por aquél entonces no conoció límites geográficos. 

Luego del período oscurantista, se podría nomenclar la Reforma Protestante como una suerte de avivamiento. No hubo allí experiencias sobrenaturales, ni tampoco actos mágicos. Sólo un fraile que leyó con otros ojos las mismas Escrituras que se venían leyendo hacía más de 15 siglos. Y esa nueva mirada se transformó en 5 enunciados que dieron vuelta la historia de la iglesia, abriéndose la mismísima Palabra de Dios a todo el pueblo (recordemos que hasta ese entonces, el común de la gente no tenía acceso libre a las Sagradas Escrituras, al menos en forma masiva). Eso permanece hasta el día de hoy. Con aggiornamientos varios, pero luego de 500 años se sigue celebrando cada 31 de octubre la impronta cristiana basada en la “sola escritura, solo gracia, solo Cristo, sola gloria y sola fe”.

Los avivamientos, a diferencia de lo que frecuentemente practicamos cada vez que surge un movimiento notorio en las iglesias, no se catalogan inmediatamente, sino que pasado un tiempo considerable, se los ve como tal debido al impacto social que generaron. Por ejemplo, el gran despertar de las colonias americanas de principios y mediados de siglo XVIII, cuando tras la poderosa exposición bíblica de los predicadores de aquél entonces, los mismos cristianos dejaron de lado los rituales y ceremonias que vivían hasta ese momento, para comenzar a vivir la vida en Cristo basada en un verdadero arrepentimiento. Por otra parte, la gente comenzó a escudriñar la Biblia en sus casas, descentralizando así la interpretación de las Escrituras y evitando ser engañados por cualquiera que quisiera aprovecharse de la ingenuidad de aquellos cristianos. Esta práctica, perdura hasta el presente. La Biblia es el libro más vendido del mundo y de la historia, y está presente en las bibliotecas de innumerables familias aunque no profesen la fe cristiana. Ese impacto social que se mantiene vigente es lo que permite considerar estos sucesos como un avivamiento.

Así como el primer gran despertar se produjo dentro del seno de la iglesia, un siglo después hizo lo propio fuera del mismo. El interés que se generó por la religión en la población de aquél entonces, inspiró una oleada de activismo social que, entre otras cosas, desembocó en la abolición de la esclavitud.

El siglo XX también tuvo lo suyo, a través de las grandes campañas evangelísticas que tenían como protagonistas centrales a carismáticos predicadores que rompían el molde. Algunos por la predicación en sí misma, atrayendo millones a los pies de Cristo, como Billy Graham, Luis Palau o Reinhard Bonkee, por nombrar solo a tres que ya no están entre nosotros, pero han dejado una huella imborrable, y si bien no se podría puntualizar el inicio de los avivamientos generados por sus masivas formas de evangelización, hoy, a la distancia, podemos decir que se trató de avivamientos progresivos que dejaron como saldo millones de nuevos cristianos. Algo importante en los tipos de eventos evangelizadores de estas nuevas estructuras paraeclesiásticas es que, además de la predicación de la palabra de Dios, se realizan acciones sociales que generan cierta incomodidad en los sectores gubernamentales que se ven desnudos en su ineficacia o desidia, al contemplar que las instituciones cristianas realizan la “tarea del Estado”. Esto hace que hoy en día, la iglesia evangélica sea sinónimo de “ayuda a los pobres, asistencia en medio de catástrofes” y otros ítems que muestran que no solo se trata de palabra, sino de acción.

Para ir concluyendo, no toda manifestación espiritual debiera ser catalogada de avivamiento. De ser así, la historia estaría llena de estos, pero la realidad es que aquellos pequeños impactos (que no hay que desestimar), podrán ser apreciados en toda su magnitud cuando pasen los años y se vea un real cambio social como consecuencia de los mismos. Por eso, cuando leíamos en las redes sobre “el avivamiento de Asbury”, podríamos estar, cuanto menos, apresurándonos en nuestra apreciación. No hay apuro en saber si esto fue un avivamiento. No cambia nada un rótulo. Lo que importa es que detrás de cada cimbronazo espiritual, haya vidas transformadas por el poder del Espíritu Santo y sociedades que reciban un impacto tal que se afiancen con el paso del tiempo.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

A un año de la asunción del Presidente Javier Milei


Por Daniel Di Paolo


Se cumple un año de gobierno del Presidente Milei. A mi entender, con muchas cosas para celebrar.  

Llegamos a diciembre de 2024 con una gestión económica extraordinariamente exitosa, considerando el estado calamitoso en que la recibió. Las cuentas públicas están ordenadas, hay superávit fiscal, la inflación más baja en años y con nuestra moneda nacional fortalecida y el dólar estable.  

El gobierno logró los acuerdos necesarios (con la colaboración de otros espacios políticos que también interpretaron la voluntad de la ciudadanía, hay que decirlo) para comenzar un proceso de reforma del Estado que era imprescindible, reduciendo los gastos superfluos, la corrupción, el despilfarro de los fondos públicos, el clientelismo y la utilización política de los pobres. 

Y todo eso con tranquilidad en las calles, que ahora son transitables y volvieron a ser de todos.

Terminó con la policía del pensamiento y la ideologización de la cultura que se llevaba adelante desde el Inadi, el Ministerio de la Mujer, y el Incaa

Cambió la política internacional del país, encolumnándose claramente con las democracias republicanas de occidente, condenando con firmeza y sin medias tintas los regímenes totalitarios contrarios a la libertad y los derechos humanos. 

Se manifestó abiertamente a favor del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada, liderando una batalla cultural cuyas banderas sostuvimos desde hace años espacios políticos como el que lidero en la Provincia de Buenas Aires, cuando no era tan fácil expresar estas posturas con el progresismo en el poder. Y lo está haciendo de manera exitosa. Bienvenido sea! 

Se volvió a combatir el narcotráfico, se revalorizó el rol de las fuerzas armadas y de seguridad, y está dirigiendo una política de seguridad que defiende a las víctimas y persigue a los delincuentes. 

Es mucho para un solo año de gobierno, y justifica el alto grado de apoyo que tiene entre quienes con   esperanzas y, porque no, algún grado de incertidumbre, votamos por este cambio. 

¿Hay algunos ítems a mejorar?  Obviamente. 

Sigo deseando que el Presidente, cómo primer mandatario, ejerza un liderazgo ejemplar, sin caer en agravios, expresiones violentas, ataques personales o contra el periodismo. Hay que decir que el tono de la cadena nacional de hoy fue muy moderado. Es por ahí.

Lamento los desencuentros con la Vicepresidente Victoria Villarruel. Se votó a una fórmula, y es de desear que, con responsabilidad y sentido patriótico, resuelvan sus diferencias aportando cada uno lo mejor de sí,  complementándose en la tarea de sacar al país de la crisis. 

Asimismo, deja un gusto amargo la falta de compromiso de la bancada oficialista con la ley de ficha limpia. Una lástima. 

Por último, un asterisco respecto de la situación de los jubilados. Creo sinceramente que se podría haber hecho algo más por ellos. Está claro que el desquicio económico que produjo el kirchnerismo es el responsable de esta crisis previsional, pero entiendo que los mismos ciudadanos que apoyamos la dirección que tomó el gobierno en cuanto a la política monetaria, soportando estoicamente los efectos del ajuste realizado, desearíamos que de alguna forma se pueda mejorar la situación de aquellos que luego de haber aportado tantos años, hoy no pueden acceder a un haber digno para sustentar sus necesidades básicas.

No obstante, estamos ante un saldo muy positivo. Y si de golpe nos cruzamos con la foto del cuarteto Cristina, Máximo, Massa y Kicillof reunido, directamente es para que haciendo un mínimo ejercicio de memoria, aplaudamos todo lo que se logró en tan solo un año de gestión.