Se me ocurrió lo de la orfandad periodística como título de este breve escrito porque hay como una sensación de que tras la muerte de Jorge Lanata, no hay quien siga sus pasos. Y no por falta de periodistas comprometidos con la búsqueda de la verdad, sino por todo el conglomerado de adjetivos de los cuales Lanata era destinatario.
En el desfile de colegas que pasaron por los distintos canales evocando la figura y carrera de Jorge Lanata, hubo varios términos que se repitieron constantemente: transgresor, innovador, disruptivo, excéntrico, preguntador serial, hasta se lo denominó fundador de una manera de hacer periodismo. Términos válidos todos ellos, que convergieron en su trayectoria profesional. Y en el mar de periodistas que inunda las pantallas, el éter, el papel y la web, se ven muchas de estas cualidades, pero no todas juntas en uno solo. Eso fue lo que lo distinguió a Lanata, y por eso se lo considera el número 1 del periodismo. Le pese a quien le pese. Incluso sus detractores tuvieron que parar la pelota y, en un dejo de sinceridad, reconocer lo que el fundador de Página/12 (que hoy, tristemente, apenas si lo mencionó en la oreja de tapa y sin siquiera poner una fotito) significó para el ejercicio de esta noble profesión.
Uno puede estar en desacuerdo con algunas cosas que pasan más por ciertas cuestiones filosóficas respecto a la vida, pero eso no invalida el enorme trabajo que un tipo como Lanata hizo para crear conciencia en los argentinos sobre la realidad a la que nos íbamos a chocar si seguíamos por el rumbo propuesto por la infamia que ocupó el poder durante tres de las últimas cuatro décadas.
Lanata fue casi el que originó el término "grieta", cuando mirábamos perplejos esta batalla cultural que se daba entre quienes vivían el espejismo del populismo y quienes entendían el país en otros términos.
Lanata fue el primero que advirtió que la Argentina podía convertirse en Venezuela, aun cuando la mayoría del país seguía viviendo su luna de miel con el kirchnerismo.
Lanata fue el que se animó a hacerle frente al régimen K denunciándolo con todo en contra. Pero no toda la gesta de Lanata fue en la era K, que es lo más fresco que tenemos en la memoria. Carlos Saúl también fue destinatario de palizas periodísticas que hasta llegaron a incomodar al Rey de Anillaco.
Si hay que hablar de épica periodística, no se puede pasar de largo sin mencionar a Jorge Lanata y ese sinfín de investigaciones osadas y atrevidas entrevistas, que lo hacían ver como un abanderado, como el tipo que en la tele decía todo lo que hubiésemos querido decir nosotros.
Se habla mucho de legado, de la huella, de aquello que dejó Lanata con su ejemplo, etc. Pero la gran duda que queda en muchísima gente es si ese legado va a perdurar en el nuevo periodismo, en la sangre nueva que hay detrás de un micrófono, de una compu o delante de una cámara. O si va a sucumbir ante la tentación de hacer lo políticamente correcto. O peor, si la tentación vendrá envuelta en un sobre. Lo veremos con el tiempo.
Por lo pronto, a quienes estamos en el mismo oficio, nos queda honrar la memoria de un tipo como Jorge Lanata, imitándolo, aunque sea un poco. Preguntando, dejando que la curiosidad nos invada; preguntando, aunque incomode a algunos; preguntando, aunque nos pongan una pared o nos cierren una puerta; preguntando, aunque la primera respuesta sea un "no"; preguntando, aunque nos digan que nos dediquemos a otra cosa.



